La segunda Restauración

El 'entente cordiale' entre Mariano Rajoy y Susana Díaz para restaurar el bipartidismo debería conjurar los vicios 'turnistas' de Cánovas y Sagasta

Mariano Rajoy y Susana Díaz, en el desfile militar del 12-O. / JuanJo Martin (EFE / JUANJO MARTÍN)

Un año atrás España respiraba aires de cambio. Los vientos demoscópicos presagiaban una transición entre el bipartidismo, fragilizado por la crisis y la corrupción, y un sistema más plural, con nuevos y potentes actores políticos. El largo paréntesis de desgobierno que sucedió a aquellas expectativas se cerrará en breve, salvo mayúscula sorpresa, con la investidura de Mariano Rajoy merced al beneplácito del nuevo aparato del PSOEPSOE, arriado ya el ‘no es no’ que abanderó en las urnas.

Pese a su hundimiento electoral (en dos legislaturas ha perdido un tercio de sus votos y escaños), el bipartidismo ofrece muestras de resiliencia. Prueba de ello es que, en pleno juicio del ‘caso Gürtel’, la cúpula socialista se disponga a rehabilitar a Rajoy facilitando su investidura.

La viva imagen de ese ‘entente cordiale’ la ofreció el 12-O la andaluza Susana Díaz, que acaparó los focos al saludar a Rajoy bajo la inquieta mirada de Albert Rivera. Para descifrar su mueca tomen la calculadora: la sintonía del PP (137 diputados) con el PSOE (85), en la investidura u otros lances parlamentarios, reduce a cero el peso político de Ciudadanos (32).

Llegados a este punto, pues, los intereses de Rajoy y Díaz convergen. A él le conviene una legislatura de diálogo y pactos para fagocitar a C’s y compartir la factura política de los recortes sociales que impondrá Bruselas. Y a ella, otra cita con las urnas la obligaría a elegir entre presentarse a primarias, con la militancia del PSOE indignada por el golpe de mano contra Pedro Sánchez, u optar por abortarlas. Su liderazgo nacional necesita más tiempo, máxime si el Podemos de Pablo Iglesias se afianzase como oposición parlamentaria en lugar de refugiarse en la trinchera del radicalismo.

EL PACTO DEL PARDO

En 1885, Cánovas y Sagasta firmaron el Pacto del Pardo para garantizar la estabilidad de España tras la Restauración borbónica. Pero el ‘turnismo’ entre conservadores y liberales, pródigo en clientelismo y corrupción, acabó corroyendo el régimen. Los artífices de la Restauración bipartidista deberían repasar los libros de historia para no incurrir en idénticos vicios.