Con lo que nosotros hemos sido...

Los juicios del 'caso Gürtel' y las 'black' sientan en el banquillo a la historia del aznarismo, que Rajoy no quiso, no supo o no le dejaron enterrar

Rodrigo Rato / ATLAS

San Fernando de Henares, 4 de febrero del 2009. El ministro de Justicia, Mariano Fernández Bermejo, inaugura las nuevas y espaciosas dependencias de la Audiencia Nacional, a 18 kilómetros por carretera del vetusto y angosto edificio de la madrileña calle Goya. El fiscal metido en política ni siquiera intuye la que está a punto de caerle encima.

Solo dos días después, viernes 6 de febrero, la Fiscalía Anticorrupción presenta la querella del 'caso Gürtel' ante el juez Baltasar Garzón. Ese mismo día, Fernández Bermejo viaja a Jaén para participar en una cacería junto a Garzón. El capricho le cuesta 1.000 euros y el cargo: el PP esgrimirá tal coincidencia como prueba irrefutable de un complot en su contra. Y el ministro, que carecía de licencia provincial de caza, presenta su dimisión.

Fernández Bermejo fue la primera víctima política del 'caso Gürtel'. La segunda sería el propio Garzón, expulsado de la magistratura acusado de prevaricar... justamente en la investigación de la trama corrupta del PP. El escándalo de la Gürtel ha sido una verdadera maldición, sobre todo para quienes lo destaparon.

SIETE AÑOS DESPUÉS...

San Fernando de Henares, 4 de octubre del 2016. En un guiño del destino, siete años más tarde las instalaciones inauguradas por Fernández Bermejo acogen a la vez el inicio del macrojuicio del 'caso Gürtel' y la declaración de Rodrigo Rato, procesado por endosar 100.000 euros de gastos personales a Cajamadrid y autorizar pagos millonarios, igualmente opacos, a cargo de las 'tarjetas black'El vicepresidente económico de José María Aznar, hombre de su máxima confianza hasta que dejó de serlo, relevó al también procesado Miguel Blesa, compañero de pupitre del expresidente, por decisión de Mariano Rajoy, que lo utilizó como cortafuegos para que Esperanza Aguirre no pudiera colocar al frente de Cajamadrid a su lugarteniente, Ignacio González, ahora imputado por el dudoso origen de su patrimonio inmobiliario.

En esta gran puerta giratoria o representante internacional

Extesoreros del PP como Luis Bárcenas y Ángel Sanchís, exalcaldes como Jesús Sepúlveda y Guillermo Ortega, el exvicepresidente Rato, la exministra Ana Mato, el exconsejero Alberto López Viejo, el exbanquero Blesa... La historia viva del aznarismo, que Rajoy no quiso, no supo o no le dejaron enterrar a tiempo, se sienta estos días en el banquillo de los acusados, dando fiel testimonio de una época dorada de la derecha española en la que política y negocios eran una misma cosa.

La puerta giratoria por antonomasia es aquella en la que un mismo acólito puede servir para dirigir un ministerio o un banco, para representar a España en el Fondo Monetario Internacional o en el Banco Mundial, para administrar las cuentas del partido y para negociar en nombre de los anónimos donantes la pública adjudicación de contratos del Estado. Cuando Francisco Correa tejió en beneficio propio la tela de araña de la Gürtel, los parásitos del sistema llevaban tiempo allí.

Por los pasillos que estrenara Fernández Bermejo, los viejos patricios del PP, hoy caídos en desgracia, bien podrían cruzarse una mirada furtiva y un inaudible murmullo: Con lo que nosotros hemos sido...