Dos miradas

Estatuas

El paseo de Colón, con el monumento al descubridor al fondo. / ALBERT BERTRAN

Me parecería muy bien que quitaran la estatua del marqués de Comillas, frente a Correos. Ya lo intentaron los de 'La Campana de Gràcia' a finales del siglo XIX. Quisieron convertir el bronce en monedas para los pobres. Unos años después, lo consiguió el anarquismo. El porte altivo y esclavista de Antonio López se fundió y se convirtió en un montón de balas para la revolución. Pero, claro, el franquismo la volvió a colocar donde estaba -una copia- a mayor gloria del personaje oscuro.

Me parecería bien que desapareciera y tampoco me parece mal que la CUP se quiera cargar la estatua de Colón y todas las estatuillas y relieves que hay en la columna de la Rambla. Fuera Colón. Es igual que una reivindicación así cueste mucha pasta y que se desdibuje la línea del cielo barcelonesa. Es muy difícil crear un icono, y Colón lo es, pero todo sea a mayor gloria de la coherencia ideológica.

Lo que me tiene realmente aterrorizado, sin embargo, es la propuesta de sustituir al amigo Cristóbal por una pieza alegórica de la resistencia americana a la opresión. Tiemblo. ¿Quién la esculpirá? ¿Qué símbolos tendrá? ¿Tenderá hacia el muralismo o hacia el naïf indígena, o ambas cosas? ¿Será un ejemplo de 'horror vacui', cargado y relleno de citas antiimperialistas? Va, pongámonos de acuerdo, amigos de la CUP. Nos pulimos al López, eso sí, y dejamos en paz la de Colón. ¿Sí? Va, que es muy simpático, pobrecito, allí arriba, con el dedo siempre a punto.