Dos miradas

El patriota

Rivera está aquí para redimir a España, para salvar la esencia de la bandera. Aunque sea pagando el precio de su credibilidad

Albert Rivera y Mariano Rajoy, en la ratificación del acuerdo entre sus partidos en el Congreso.  / AGUSTIN CATALAN

Albert Rivera está dispuesto «a no tener credibilidad por el bien de este país». Es una aseveración grandilocuente y atrevida que ilustra muy bien la personalidad y la estrategia del líder de Ciudadanos. Quizá alguien la repetirá, dentro de unos años, citándole, como él cita a grandes estadistas internacionales. También es una frase que esconde una falsedad enorme y un ego sin límites. Si entre hoy y mañana no hay un estruendo enorme, España se acercará al récord mundial de días sin gobierno, una circunstancia que describe no solo la inestabilidad del país sino la debilidad de la clase política y la necesidad de basar el futuro de gobernabilidad con un pacto a la contra, es decir, en contra de la posibilidad de que Catalunya pueda celebrar un referéndum.

Rivera está aquí para redimir a España, para salvar la esencia de la bandera. Aunque sea pagando el precio de su credibilidad. El líder de Ciudadanos plantea su brioso sacrificio como el de un mesías que no se anda con chiquitas si logra preservar el bien superior. Este es el resumen del pacto: lo que importa de verdad es mantener la idea de una España acartonada y prepotente. Y es a través de la falacia de perder credibilidad que Rivera confía en tener más credibilidad. Seré creíble, piensa, porque lo único que vale la pena es hacer lo que yo hago: luchar como un patriota. Plantear en estos términos la política certifica la fragilidad de España y acentúa el lenguaje del desprecio.