Una de las novedades de esta campaña electoral es la aportación de definiciones de Podemos. Lejos ya el lenguaje de la "casta" y de "los de arriba y los de abajo", relegada la idea de transversalidad para facilitar el acuerdo con IU, ahora Pablo Iglesias y los suyos se declaran "socialdemócratas" y hasta admiten que su partido tiene "rasgos peronistas".
La falacia socialdemócrata no merece más comentarios porque se desmiente con el discurso y el programa de Podemos, y con el pacto con IU, que sigue declarándose comunista, anti-OTAN y antieuro. Más interés tiene la aceptación explícita del peronismo, aunque no puede decirse que sea una revelación porque la reivindicación de la ideología del general Perón (presidente de Argentina entre 1946 y 1955) está ya en los escritos del politólogo argentino Ernesto Laclau, principal inspirador de Podemos. Laclau asume el populismo como herramienta democrática cuando se produce una crisis de representación (15-M: "No nos representan") y pone como ejemplo el peronismo, un "significante vacío" que no tiene "significado" y en el que caben desde el neoliberalismo salvaje de Carlos Menem al izquierdismo demagógico de Néstor Kirchner y Cristina Fernández. En España, el peronismo de Podemos puede acoger desde la socialdemocracia hasta la extrema izquierda. Todo cabe en conceptos sin significado como "pueblo", "patria" o "gente decente".
El peronismo se preocupó al principio de los derechos sociales y laborales, de las mujeres y de la clase obrera, pero representa también la corrupción en el poder político y sindical, el matonismo, la inflación desbocada y la ineficacia económica. Y, sobre todo, ha significado para Argentina la tragedia de dejar al país sin alternativa derecha-izquierda y sin esperanza (solo ahora gobierna, por primera vez en décadas, un presidente, Mauricio Macri, no peronista). ¿Es eso lo que propone Unidos Podemos para España?