Ventana de socorro

Música en Breslavia

Cuando nos juntamos en torno a una mesa, los europeos tenemos mucho de que hablar

En septiembre del 2011 asistí al Congreso de Cultura Europea en Wroclaw, Breslau o Breslavia, ciudad del sur de Polonia que hasta 1945 pertenecía a Alemania. Tuve la suerte de asistir a un concierto maravilloso y sorprendente que unía a Krzysztof Penderecki y Jonny Greenwood de Radiohead, un polaco y un británico. Pienso en ellos mientras paseo de nuevo por Breslavia en un momento tan distinto: el Reino Unido debate si irse o quedarse en la Unión Europea y la inmigración polaca es uno de los argumentos que más agitan algunos antieuropeístas. Según ellos, los polacos irían a Gran Bretaña con sus churumbeles sin otro objetivo que apuntarse a la cola del paro y vivir tan ricamente de los subsidios públicos.

También hoy me ha traído a Wroclaw una reunión europea, esta vez de cineastas. Mientras cenamos, los polacos nos cuentan su terrible preocupación por la ausencia de oposición verdadera a la deriva antidemocrática de su Gobierno, dispuesto a cambiar la Constitución con tal de impedir nuevas elecciones: «La gente está a punto de tirar la toalla, y eso es lo peor que puede pasar», dicen. Por su parte, nuestro colega húngaro asegura que en su país es aún más terrible, porque los gobernantes, además de nacionalistas e intolerantes, tienen como principal ideario saquear las arcas del Estado y si la gente está en calma es solo porque se siente vencida. Alguien más menciona a la República Checa, el siguiente país que podría virar a la extrema derecha.

Y entonces recuerdo a Greenwood cinco años atrás, tan emocionado sobre el escenario porque al fin había cumplido su sueño: trabajar con el compositor que admiraba. La excelente orquesta polaca daba una dimensión mágica a sus composiciones. Pero si ese concierto fue posible, fue solo por iniciativa de la Comisión Europea, que hizo de Wroclaw capital cultural. Cabe decir entonces que no a todos los británicos les fastidian los polacos y que los europeos, cuando nos juntamos alrededor de una mesa, en Breslavia o en Liverpool, tenemos mucho de lo que hablar.