Al contrataque

El valor del doblete

Los jugadores azulgranas, junto a algunos de sus hijos, celebrando el éxito de la final de Copa ante el Sevilla. / JORDI COTRINA

Hace demasiado tiempo que el mayor rival del Barça es parte de su entorno. En fútbol se puede ganar y perder, pero más allá de lo cuantitativo, más allá del marcador, los escudos guardan tesoros tan importantes como el estilo o el corazón. En números y estilo el Barça roza la excelencia desde hace más de una década. De hecho, desde que Cruyff pasó por el banquillo, aprendimos a saber qué nos gusta, pero en corazón, en alma, nos falta mucho todavía para estar a nivel.

No me refiero a sentir los colores ni a vivir con pasión el Barça, que de eso vamos sobrados. Me refiero a nuestra capacidad de apoyo; a no dejar de creer; a saber sufrir; a no entregarnos al escepticismo, a aparcar de una vez nuestro derrotismo frente a la adversidad, a desterrar la burla recurrente y gratuita hacia los nuestros, el insulto desde tuits de ilustrados sin control; a terminar de una vez por todas con las trincheras.

La temporada del Barça de Luis Enrique ha sido grandiosa… porque estuvo a punto de no serlo. Si hubiéramos ganado el doblete sin tanto esfuerzo y sin tener que sobreponernos a las adversidades, somos tan especiales que algunos se hubieran atrevido hasta a hablar de fracaso.

Caer en la Champions fue un accidente ya comentado aquí. Un mal calendario y unas estrellas que querían estar en todos los escenarios (selecciones, clásico, cuartos de Champions…) sin descanso. Sí, fue un batacazo. Pero el corazón culé, si se escucha a sí mismo, sabe que seguimos siendo el mejor equipo de Europa y que pese al accidente, no hay urgencia ni fin de ciclo. El año que viene volveremos a ser favoritos.

CON EL MONO DE TRABAJO

La lección superada de este año, el salto cualitativo, el valor inmenso de este doblete es cómo hemos vencido al desánimo y a la depresión; al capricho y a la rabieta de niño malcriado de «como perdimos nuestra ventaja y la opción de Champions pues ya no batallamos con hambre el final de Liga». Este Barça se ha puesto el mono de trabajo y lo ha sacado adelante. Primero la Liga con toda la presión mediática encima para que la perdiera, y luego la Copa.

Y el club superó el envite. Sin perder la calma ni la centralidad, Bartomeu, en la comida con la federación previa a la final, defendió la 'estelada' desde la libertad de expresión, en un discurso firme pero que desgraciadamente ha tenido menos difusión que la radicalidad de unos y otros. El Barça no se ha dejado aleccionar ni amedrentar y, en el campo, se sobrepuso a un mal árbitro y a un buen Sevilla. Este doblete es de gran valor. Y el valor, a diferencia del precio, es incuantificable... se acerca a la magia. Tal vez ahora algunos tendrán más respeto a este doblete mágico.