Al contrataque

Jakoub

Ahora esa boca tiene 12 dientes. Solo son 12, pero son 12 más de los que tenía hace unos días y la mueca sí empieza a parecer una sonrisa plena

Campamento improvisado para migrantes y refugiados un una estación de tren en la frontera entre Grecia y Macedonia. / REUTERS / MARKO DJURICA

Sonríe sin forzar la mueca que dibujan sus labios. En la imagen no disimula los huecos que la tortura ha dejado en su boca y en su alma. Ahora esa boca tiene 12 dientes. Solo son 12, pero son 12 más de los que tenía hace unos días y ahora la mueca sí empieza a parecer una sonrisa plena. Jakoub tiene 35 años y ya puede escribir la historia de una vida terrible, con palizas y huida de su país en el primer capítulo, persecución en el teórico lugar de acogida para el segundo y la aparición de unos voluntarios españoles y un médico alemán en forma de ángeles terrenales como epílogo.

Jakoub vive ahora en Grecia. Salió de su tierra natal, en Argelia, donde estaba siendo perseguido por motivos religiosos y donde sufrió una paliza bestial en la que le arrancaron todos y cada uno de los dientes por convertirse al cristianismo. Según él mismo ha relatado a quienes le acogieron, tras varias detenciones por parte de la policía turca consiguió llegar a Grecia. Debido a su estado físico fue derivado a unos de los campos donde residen los refugiados más vulnerables, Pikpa.

DIENTES CON 'CROWDFUNDING'

En la cocina de ese centro de acogida de refugiados conoció a Isaac, un joven catalán que tras quedarse en paro viajó a Grecia a echar una mano como voluntario. El director del campo le había pedido a Isaac un menú concreto para alguien que no tenía dentadura. Isaac pensó que se trataba de un anciano. Hasta que Pau, otro voluntario, le habló de Jakoub. Me cuentan Pau e Isaac que su historia les conmovió tanto que decidieron ponerse manos a la obra para que Jakoub recupere todos sus dientes arrancados. Han puesto en marcha un 'crowdfunding' y de momento ya ha podido ser sometido a una primera operación. Falta todavía un largo camino, que están recorriendo gracias a la ayuda de mucha gente y, en concreto, la de un médico alemán que se ha desplazado con su familia y su equipo a Atenas para realizar las intervenciones de manera gratuita.

Una vez más: gente rescatando a gente. Esta semana Médicos sin Fronteras ha remitido una carta a los gobiernos y las instituciones europeas. En ella se lamenta de que durante los últimos años Europa ha afrontado el gran desafío migratorio solo a base de políticas disuasorias. «Hemos tenido que atender fracturas de huesos causadas por agentes de policía, hemos tenido que tratar a niños con heridas en la cabeza por disparos de balas de goma y enjuagar los ojos de bebés rociados con gases lacrimógenos. En lugar de centrarse en mitigar esta crisis, la Unión Europea y sus estados miembros han decidido desatenderla y endosársela a otros». Europa mira hacia otro lado. Sus ciudadanos, no.