No hace mucho, Javier Cercas declaraba: «Que los ingleses se queden con Cervantes, lo tratarán mejor». Era un comentario abrupto en torno a la falta de interés institucional en la conmemoración del cuarto centenario de la muerte del escritor, algo que también suscribía Andrés Trapiello: «En España resulta ajeno a nuestros contemporáneos». En lugar de desenterrar sus huesos, añadía, «deberíamos prestar atención a su obra, que es lo realmente vivo». La comisión oficial del Ministerio de Cultura encargada de los fastos finalmente se puso en marcha y ha elaborado un programa que incluye exposiciones, lecturas, iniciativas digitales, teatro, música y demás eventos. Pero quizá deberíamos ir más lejos. Como el mismo Cercas advierte en su reciente libro 'El punto ciego', Cervantes es una figura sin parangón, creador de la novela como género, «mestizo, libérrimo, infinitamente maleable». Es decir, el punto de partida de una tradición literaria que revolucionó su tiempo y que fraguó la contemporaneidad a partir de la ironía y la versatilidad. Nada se entendería sin Cervantes y sin 'El Quijote', porque, como ha escrito el catedrático Francisco Rico, uno de los máximos especialistas cervantinos, «refleja la ficción como dimensión constitutiva del ser humano». Cervantes nos habla con un lenguaje próximo y actual y el mejor homenaje es volver siempre a él, más allá de las ceremonias. Íntimamente, Para disfrutar, para entender, para saber.
Cervantes, entre nosotros y vigente
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