La rueda

Todo muy legal

El plan B de los implicados por los 'papeles de Panamá' es afirmar, si falla lo de culpar a los asesores, que no han escatimado ni un céntimo a Hacienda

Lo mejor de los 'papeles de Panamá' es que ahora ya nadie podrá negar la vigencia de los paraísos fiscales, ni llamar demagogo o populista a quien se atreva a señalar a quien los usa. Allí esconden su dinero los mismos ricos y las mismas élites que se han hartado de decirnos que vivíamos por encima de nuestras posibilidades, que no podemos permitirnos tener una sanidad o una educación públicas decentes o que con tanto Estado del bienestar nos hemos convertido en unos vagos acostumbrados a trabajar poco y a vivir demasiado bien.

Se trata de los mismos ricos y nobles que apelaban a nuestra solidaridad y nuestra capacidad de sacrificio colectivo, mientras contrataban a caros y suntuosos bufetes de encopetados abogados y asesores plagados de pobres becarios contratados a tanto la hora.

Pillados in franganti primero nos endosan que todo es cosa de los asesores, esos seres misteriosos a quien nadie conoce pero siempre sirven para echarles la culpa de todo cuanto sale mal. Los políticos se esconden tras sus asesores, los ricos culpan a sus asesores, los evasores delatan a sus asesores. Son los nuevos supervillanos, la verdadera amenaza fantasma para la paz mundial.

Si entregar a los asesores falla, tienen un plan B. Afirmar con la contundencia y bonhomía de aquellos viejos hidalgos españoles que todo es legal y no han escatimado ni un céntimo de euro a Hacienda. Al parecer llevaban su dinero a Panamá por las playas y el sol. El complicado y carísimo montaje de contratar abogados, comprar empresas fantasma y alquilar apoderados y testaferros se hacía con un único objetivo: más y mejor cumplir con la ley y los impuestos en España.

Ya se sabe que los billetes de 500 euros soportan mal la humedad y se deprimen con los días de lluvia. Por algo les llaman 'paraísos', porque la felicidad del dinero es eterna.