La rueda

El buen cine español

Estaba en agradable conversación con unos amigos, cuando alguien se puso a hablar de cine. Uno habló de una película española reciente cuyo final no le había gustado, a lo que otro respondió de forma vehemente y sin pestañear: «¡Hombre, normal: los finales de las películas españolas siempre son malos!». Nadie le rebatió esta absurda aseveración y la conversación continuó sobre los recientes premios Goya. Que si fueron plomizos, anticuados, y lo peor de todo es que la crítica no consistía en lamentar algo corregible, sino en una demostración de un hecho irrefutable. No pude aguantarme y exploté. Les insinué su ignorancia y con muy poca compostura les pregunté qué películas habían visto últimamente para decir que el cine español no era bueno. Seguramente intimidados por la rigidez de mi expresión y la rojez que pintaba mi cara, no me respondió nadie. No fueron formas, lo reconozco, pero es que no es la primera vez que oigo un ataque y derribo sistemático del cine español, solo por el hecho de ser español. Se trata de un infundio proclamado por cierto tipo de gente, y probablemente adquirido en aquella España de los años 70, en los que se hicieron algunas buenas películas pero otras, muchas, que no lo eran y se etiquetaron de «españoladas». Ojo, no digo que no hubiera algunas películas buenas, pero cualitativamente casi todas eran precarias. Aquel cine hortera hizo daño. Y hay quien piensa que el cine español sigue siendo igual.

El cine español actual es de los mejores del mundo, y cuenta con profesionales codiciados en grandes producciones americanas.

En Estados Unidos se producen unas 500 películas al año; de esas 500, tan solo unas pocas son un éxito de taquilla. ¿Todas las demás son malas? Algunas, seguramente sí; pero aquí nadie dice que el cine americano sea malo. Pues lo mismo ocurre en este país. En España se hace buen cine y me parece injusto que se diga lo contrario.