La rueda

Invitaciones para ir al teatro

Se da como cierto el infundio de que pedir entradas gratuitas resulta una cosa normal

Toda actividad comercial cuyo éxito se basa en la asistencia de público ha de promocionarse. Publicitarse es darse a conocer, y la prensa, la radio y la televisión son los medios más utilizados. Por ende, cada sector utiliza sus métodos promocionales con el objeto de que corra la voz y se venda cuanto más mejor.

El teatro, además de constituir una forma de expresión artística, es también un negocio del que pende la vida de muchos profesionales, por lo que el éxito de un espectáculo se medirá por la cantidad de público que pase por taquilla. Algo muy sencillo de entender, salvo para aquellos que no tienen ningún reparo en pedir invitaciones para asistir a una representación. Siempre que un teatro presenta un espectáculo nuevo, se celebra el día del estreno, en el que el público asiste invitado por el teatro o la compañía. De entre los invitados está la prensa, y no lo está únicamente por cortesía, sino para que los medios difundan lo que allí se estrena y el público se dé por enterado. No sé si es porque desde el propio sector se han dado invitaciones con demasiada facilidad, pero se diría que hay muchas personas convencidas de que al teatro se va invitado. A juzgar por la solicitud que sin ambages se me hace a diario, parece que se ha dado como cierto el infundio de que pedir invitaciones es algo normal. Para mí es un placer obsequiar a gente amiga, pero siempre como gesto afectuoso que cada cual tiene derecho a emplear en su negocio.

Según el informe de ADETCA de la temporada 2014-15, la asistencia de público de pago al teatro fue de 2.443.345 personas, de las que 264.879 fueron sin pagar. Lo que representa casi el 11%. No está nada mal. Imagínense si esos números se dieran en otros sectores como la restauración o las carnicerías. Sería imposible que se mantuvieran como negocio.

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