Al contrataque

'En garde'

El presidente del Gobierno durante la presentación de las líneas maestras del programa electoral del PP, en Valencia el pasado sábado. / MIGUEL LORENZO

Rajoy se debate solo. No necesita a nadie más. Él se basta y se sobra para debatirse entre la vida y la muerte política. Entre el autobombo más absurdo y el ridículo insustancial. Entre todas las cosas que dijo y las que en realidad quiso decir. Mucho 'españoles'. Colleja. La segunda ya tal. Es que no entiendo mi propia letra. ¿Y la europea? Me gustan los catalanes porque hacen cosas. Y así. El buen hombre es autolesionista, no hay que dejarle solo ante la navaja abierta de una rueda de prensa con preguntas, o lo perderemos para siempre, se nos irá.

El peor rival del presidente del Gobierno es su propia incompetencia a la hora de comunicarse y comunicar. Cada vez que abre la boca y no emite sonidos ahora sabemos que se está riendo, pero si los emite, tiene mucho que perder y muy poco que ganar. Y eso, desde su gabinete, se sabe mejor que en ningún sitio. Si aún hay alguien que cree que eso es hacer política, que vaya pensando de cuántas pulgadas quiere a su próximo presidente, porque el actual candidato no da para más.

En un cara a cara con Rivera e Iglesias habría una escabechina, todos lo vemos y lo sabemos. Los novatos le pegarían una soberana tunda dialéctica difícil de encajar, no les haría falta ni leerse a Kant. Sería como ver a Chuck Norris y Bud Spencer cebándose con un swagger menor de edad. Un abuso en toda regla. Una oda a la violencia gratuita. Una brutalidad.

Por eso, la única concesión a las «más de 30 peticiones» ha sido un debate a la vieja usanza, reafirmando la imagen de un bipartidismo viejuno, anquilosado, defensivo y lo que es más duro, sordo como una tapia ante la voz del país, que pide cambios profundos y regeneración democrática, algo que no parece dispuesto a conceder.

La 'vice' de los recados

Con estos mimbres, no es de extrañar que alguien le haya aconsejado que mejor se quede en su casa o en la tuya. Que no salga si no es estrictamente necesario, es decir, si no se trata de un evento amablemente blindado o con un partido de Champions de por medio. Que ahí fuera hace mucho frío, y si encima te esperan para ponerte calentito, pues todavía más. Atril vacío. Vota atril. O peor aún, la 'vice' de los recados.

Debatirse en duelo parece que es, ha sido y será la clave de esta campaña. Un duelo -o mejor dicho, muchos- en los que, los guantes son lanzados sin descanso desde foros y medios de comunicación. Quien los recoja y aproveche, tendrá a su alcance la horda de votos indecisos que aún están por asignar.

Y quien no, que haga como los duelistas hicieron durante los más de tres siglos que duró esa práctica clandestina en España. Que asuma las consecuencias sobre su honra, que a diferencia del honor no es lo que uno piensa de sí mismo, sino lo que piensan los demás.