Ha servido siempre para vestir de seda las causas más oscuras. Un atuendo que seduce por su tejido mítico y sus acabados épicos. Enfundado en él todo vale para luchar por "la causa", ya sea la del tercer Reich, la dictadura del proletariado o la Yihad. Deslumbra. Estado Islámico es el último gran genio creativo en esta disciplina, la propaganda. A través de nuestros propios medios (Internet) y de nuestra producción cultural (películas y videojuegos) ha hilado el 'leitmotiv' propagandístico de su lucha. Las pantallas se llenan de su utopía dogmática, irresistible para muchos jóvenes que abandonan sus hogares para irse a Siria a coger un Kaláshnikov. No tienen nada, ellos lo prometen todo.
La única forma para contrarrestar su magnetismo es esa actitud tan inglesa y periodística llamada escepticismo. En este sentido creo que podemos sacar al escenario a Manuel Chaves Nogales (1897-1944), que supo mantenerse en el poco habitado limbo que había durante la Guerra Civil entre la propaganda roja y la fascista. El periodista de Sevilla no se vendió a ninguna ideología y en sus relatos arranca brutalmente la máscara de cada bando exponiendo el rostro de la barbarie. Nos viene a decir algo así como "Desconfía de todo lo que reluce". Otro periodista que vivió los estragos de esta guerra en su carne (literalmente, recibió un balazo) fue George Orwell (1903-1950). Este sí luchó por un bando, bien explicado en 'Homenaje a Catalunya' donde desmitifica muchos de los ideales de los dos frentes. Más tarde el británico escribió la historia de ficción sobre propaganda por antonomasia: '1984'. En esta distopía el partido Ingsoc, de cariz socialista y dictatorial, construye la realidad de un estado a base de represión y bombardeo propagandístico. El relato constituye una crítica a los absolutismos. Nos explica como des de la violencia ideológica se puede llegar a suprimir el propio pensamiento o, como diría el Gran Hermano, el "doblepensar".
El objetivo del yihadismo en este sentido son las mentes más dúctiles y maleables, las de los jóvenes y los desplazados sociales. Unos aún proyectos de persona buscando dar sentido a su entorno y en constante cabreo con el mundo. Otros que a los que se les ha negado una vida digna por su condición de inmigrantes. Muchos faltos aún del resorte intelectual del que hablábamos que solo podrán adquirir de una manera: con la educación e integración. Devorando saber en todo su espectro y formato: ver, escuchar, discutir, leer sobre distintas formas de pensar. Propiciar a toda costa que esta actitud cale des de la más remota de las 'banlieues' a los barrios de chalés y torres. Que se siga el camino de estos periodistas reforzando a golpe de cultura el sano escepticismo.