La noticia de que Johan Cruyff padece un cáncer de pulmón sacudió ayer al barcelonismo y al mundo del deporte en general. Además de la enorme popularidad y prestigio acumulados por quien protagonizó etapas de gran éxito como jugador y, sobre todo, como entrenador del Barça, el espot contra el tabaco que Cruyff interpretó en 1991, tras sufrir un problema cardiaco, ha añadido sorpresa al conocimiento público de que padece ese tipo de cáncer. El diagnóstico es muy reciente y, a falta de más pruebas, no se saben detalles del estadio de la enfermedad ni de sus causas, pero a la luz de las estadísticas es factible que la dolencia de Cruyff tenga relación con el hábito de fumar, que practicó asiduamente durante un cuarto de siglo. Que ahora llevase casi otros 25 años sin consumir tabaco no habría bastado entonces para eliminar por completo los efectos perniciosos que también a largo plazo tiene fumar, lo que se corresponde plenamente con lo que establecen los estudios médicos sobre los daños del cigarrillo. Pero sea o no el tabaco el origen del grave problema que afronta ahora Cruyff, su caso sirve para renovar el mensaje de que el placer de inhalar humo tiene una contrapartida carísima en la salud, y que ese alto precio alcanza a todos los fumadores, sin distinción de posición social. Por lo demás, hay que atender la petición del entorno de Cruyff de que se respete su intimidad en este difícil momento, y desear la recuperación de quien es una leyenda viva del fútbol desde hace décadas.
Editorial
Cruyff, el tabaco y el cáncer de pulmón
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