La estentórea irrupción de la Guardia Civil en las sedes de CDC, de CatDem y de varios ayuntamientos catalanes es solo un anticipo de lo que nos espera durante la inmediata campaña electoral. Y es también un ejemplo de todas las cosas no deseables que salen a la luz cuando algunos desaprensivos mezclan y agitan justicia, política, convocatoria electoral y proceso independentista.
1. - No me gusta la corrupción. No solo la que afecta a los servidores públicos, sino también, y sobre todo, la que salpica a instituciones y partidos para su financiación ilegal.
2. - No me gusta que quienes se deben dedicar a combatir esta corrupción, los jueces, fiscales, fuerzas de seguridad y ministros de turno, vayan con la agenda en una mano y la pistola en la otra, y marquen los tiempos de las investigaciones en función de sus intereses privados o de partido.
3. - No me gusta la pena de telediario, sobre todo en los casos que se puede evitar con una investigación discreta, aunque igual de rigurosa.
4. - No me gustan aquellas personas que, obviando la gravedad de las supuestas infracciones investigadas, convierten cualquier actuación judicial que les afecta en un ataque a la patria o a su causa.
5. - No me gusta que me obliguen a tomar partido. Los que queremos combatir la corrupción no necesariamente defendemos los modos de la justicia ni estamos envueltos en una bandera (española, cuatribarrada o estelada). Como dijo ayer una persona sabia en Twitter: «El uso partidista de las investigaciones no debe hacernos cambiar el juicio sobre la corrupción, y viceversa».
6. - No me gusta la gente que confunde el destino de CDC y de Artur Mas con el del proceso independentista. No todo es obra del actual president.
7. - No me gusta que se olvide que en otras precampañas ha habido operaciones de los casos Púnica, ERE, Pretoria...
En definitiva, la campaña del 27-S no me va a gustar nada.