La rueda

Sueño de verano

Soñé que Mas se postulaba para la Moncloa, ganaba y anexionaba España a Catalunya

Soy de los que creen que los sueños son otra forma de conocimiento de la realidad y que hay que prestarles atención. Sueño todo tipo de asuntos, incluso políticos. Por ejemplo, la semana anterior soñé con Carme Chacón reunida con otras diputadas socialistas de la era de Zapatero, que analizaban lo perdido por el PSC en estos años y aunaban fuerzas para el futuro. Un partido socialista con las mujeres a los mandos, un buen sueño. La otra noche, en cambio, soñé con Mas. Resultaba que, haciendo gala de su proverbial astucia, daba un cambio de rumbo. Desconvocaba las elecciones del 27-S; al fin y al cabo, no es obligatorio renovar el Parlament justo ahora. Esperaba a que Rajoy convocase las generales y entonces, ¡zas!, se postulaba como candidato a la Moncloa. Todos los que no compartíamos el proyecto independentista le votábamos, porque Mas, ya presidente de España, solucionaba el dilema anexionando España a Catalunya. La capital del Estado se trasladaba a Barcelona. Todas las instituciones y grandes empresas mudaban allí sus sedes, lo cual, aunque sucediera en un sueño, es algo mucho más lógico, porque Barcelona tiene mar y tiene prestancia, como Roma, y no es un poblacho manchego venido a más, como Madrid. Las cosas fluían de maravilla con todos los ministros, secretarios de Estado, subsecretarios, el Consejo de Estado, la Audiencia Nacional, el Poder Judicial, el Tribunal Constitucional, el de Cuentas, etcétera, operando desde allí.

En mi sueño, aunque él fuera un señor muy de derechas y yo una votante de izquierdas, estaba dispuesta a taparme la nariz y votarle con tal de que se hiciera cargo y acabaran la controversia independentista y las discusiones en las familias, en las oficinas, en los colegios, las piscinas, los mercados y los gimnasios. Pero entonces me desperté porque esta parte del sueño, la de la gente de izquierdas votando a un señor de derechas, es la parte que suele tornarse en pesadilla.