No es extraño en nuestro entorno que una gran obra pública precise algunos retoques después de ser inaugurada. Siendo muy indulgentes, puede ser incluso comprensible, sobre todo si se trata de infraestructuras construidas a contrarreloj porque deben entrar en servicio en una fecha determinada. Pero no es este el caso de la reformada Diagonal barcelonesa, en la que miles de baldosas colocadas hace pocos meses -las losetas de color gris que imitan una hoja de plátano y cuya funcionalidad ha tenido críticas- ya están rotas pese a no haber sido sometidas a más presión que las pisadas de los peatones y, excepcionalmente, el paso de algún vehículo. Aunque las piezas afectadas sean solo el 0,7% de las 602.000 colocadas, como dice el Ayuntamiento, el problema nunca debió plantearse, no solo porque no había ningún motivo para no ser exigente en la calidad de los materiales, sino porque el tipo de baldosa lo eligieron los comerciantes de Diagonal Centre y su autor es el mismo arquitecto de la reforma del emblemático paseo. Al Ayuntamiento de Xavier Trias le interesaba inaugurar la nueva Diagonal en vísperas de las elecciones municipales de mayo, y eso puede explicar, pero no justificar, el fiasco. Como es habitual, la garantía suscrita por el constructor financiará los gastos de sustitución de las losetas dañadas, pero el caso deja un mal sabor que Barcelona podía y debería haberse evitado: atribuir lo sucedido a que el calor ha dilatado parte de las baldosas produce cierto bochorno.
Editoral
Las baldosas rotas de la nueva Diagonal
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