Los enormes avances experimentados por la biomedicina a nivel mundial han alumbrado soluciones impensables hace pocas décadas, y muchas personas han podido aumentar de forma exponencial sus expectativas y su calidad de vida. En particular, en el campo de la genética se han superado barreras ancestrales, y así la fecundación in vitro -un hito que se remonta ya a más de 35 años- ha dado paso posteriormente a técnicas de reproducción más sofisticadas, que a la par que permiten la paternidad/maternidad, plantean un debate ético de gran calado. En Estados Unidos la polémica está cobrando de nuevo intensidad porque aumentan los casos de parejas que congelaron embriones en prevención de que problemas de salud les dificultasen tener hijos, pero luego se separaron y ahora uno de los dos quiere dar curso al embarazo y el otro no. La disyuntiva a la que se enfrentan los jueces que deben resolver estos contenciosos es muy difícil, porque tan trascendente es impedir a una de las partes tener el hijo deseado como imponer la paternidad a la otra. Por fortuna, estas situaciones made in USA es muy difícil que se produzcan en España, donde, como dicta la lógica y aconsejan los expertos, se antepone la congelación de óvulos y de semen a la de embriones, cuya implantación, además, requiere siempre el acuerdo de los dos miembros de la pareja. Los avances de la ciencia suscitan muchos retos morales y éticos, pero el sentido común debe prevalecer en todo caso.
Editorial
Los retos de los avances de la biomedicina
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