Crónica de un pacto anunciado en Andalucía. Así se podría titular el episodio que esta semana se va a emitir desde el Parlamento andaluz. El día 16 de abril pasado, Pablo Durán era proclamado presidente de la Cámara andaluza. La abstención de IU, Podemos y Ciudadanos permitió que el máximo órgano representativo de los andaluces esté dirigido por el histórico del PSOE-A que ha sido sancionado por la Audiencia Nacional y por el Banco de España como corresponsable de la quiebra de Cajasur. El perfil de Durán y la no oposición de estos tres partidos a la proclamación de un excelso ejemplo de lo que llaman la «vieja política» y la distribución nada equitativa de los miembros de la mesa del Parlamento -donde 33 diputados tienen igual representación que partidos de 5 o 7 diputados-, no auguraban transparencia, regeneración ni cambio.
Susana Díaz será investida presidenta esta semana, casi con toda seguridad. Durante estos dos meses, los andaluces no han tenido gobierno y las reuniones entre partidos, ya sin luz ni taquígrafos poselectoral, se han sucedido. Juan Marín, por C's, y Teresa Rodríguez, por Podemos, han intentado a lo largo de estos dos meses no lastimar a sus candidatos a las generales, Albert Rivera y Pablo Iglesias.
Pero la situación de parálisis en Andalucía no podía esperar más demoras tacticistas, y mientras Podemos sigue negociando, C's ya ha concluido la negociación. Las diferencias temporales en la conclusión de acuerdos quizá se deben a los vínculos de Rivera con el PSOE-A y los de Marín, exteniente alcalde con los socialistas en San Lúcar de Barrameda. Quedan unos días más de escenificación partidista y los pactos se verán tras las municipales. Pero hasta que llegue el momento, ¿me podrían decir dónde están las diferencias entre la que llaman vieja y nueva política?