Artículo 424. Hace un par de días, en una firma de libros, conocí a un lector extraordinario. Rondaba los 80 años, era abogado, arquitecto e ingeniero. Me explicaba que cada uno de estos estudios le había aportado algo a su vida. La ingeniería, el detalle; la arquitectura, la profundidad; y ser abogado, el «estar»... No pude saber a qué se refería con el «estar» porque de repente me contó algo que llamó mucho más poderosamente mi atención. Y es que me relató que coleccionaba siempre las séptimas ediciones de cada libro. Jamás las primeras.

Y de repente me explicó algo que le dio sentido a todo... Y es que... Bueno, casi os lo cuento después de lo mejor de mi semana.

Tercer puesto. Luz. (Delirio y Adicción). Esta maravillosa canción de Espín tiene algo mágico que te toca el esófago. Me entusiasma el verso: «Seremos dos aunque nadie te vea...».

Segundo lugar. House of cards. La tercera temporada tiene un ritmo propio, pero en el tercer capítulo ya he vuelto a quedar rendido. Siempre son 52 minutos que pasan volando.

Primera posición. El año más violento. Oscar Isaac se convierte en el joven Pacino del primer padrino y toda la película es como un spin off de aquella maravilla. Extraordinaria y llena de una energía poderosa.

Lo último que me relató aquel lector es que lleva años redescubriendo la personalidad de su madre a través de los libros. Me contó que nunca conoció a su madre porque murió cuando él era un niño pero que cuando tenía 18 años descubrió un montón de libros subrayados por ella. Y que a través de lo que subrayó, de lo que le gustaba, de lo que anotaba de cada libro que leía, ha llegado a conocer a su madre, saber cómo era y qué le agradaba en la vida.

Me pareció brutal y precioso redescubrir la personalidad de quien te creó a través de lo que le gustó de las creaciones de otros. Ganas de descubrir un día qué significaba para él ese «estar» que le daba la abogacía...

¡Feliz domingo!