Al contrataque

Carne fresca

Los perros de presa ya han mordido un primer trozo de carne fresca, llamado Juan Carlos Monedero. La jauría de bestias rabiosas que acechan a Podemos y a Pablo Iglesias desde hace meses tienen por fin un bocado apetitoso, que ahora sí desgasta al anticristo y empieza a causarle heridas de consideración, como demuestran los últimos sondeos. Hemos asistido a meses de patetismo inquisitorial, en los que el ridículo caso de la beca de Errejón ha sido elevado a categoría de corrupción política por esta extraña gran coalición periodística que se ha formado entre el ultracatolicismo y el ultracentroizquierdismo, dispuestos a resucitar el espíritu de la transición ni que sea para evitar la subida de la coleta al poder. En España todo es negociable excepto los rojos y los separatistas: hete aquí la frontera exacta que marca el límite de las discrepancias. La lluvia desesperada de misiles terminaba con todos en el agua, y solo servían para dar más notoriedad a Podemos, hasta que por fin se ha escuchado la señal de tocado. Y es curioso cómo el partido nuevo, ante el primer impacto, ha reaccionado como un partido viejo y cansado.

La defensa de Monedero ha sido tan burda como previsible, y ha pretendido despachar el asunto con una declaración complementaria a Hacienda, al dudoso estilo del Barça en el caso Neymar. Ha añadido que el dinero está regularizado, y nos ha explicado lo mismo que nos cuentan los de la lista de Falciani, es decir, que no hay ningún delito y que todo está en orden. Pero la política no se decide en los juzgados sino en la vida pública, y por mucho que los ataques a Monedero sean interesados, programados y retorcidos, eso no le da a la presunta víctima ninguna razón para esquivar sus obligaciones con sus militantes.

Falta de autocrítica

Y es que Monedero puede dar todas las explicaciones legales que quiera, pero los movimientos de sus cuentas corrientes, tal y como nos los ha explicado hasta el día de hoy, parecen poco coherentes con la ideología de un partido que dice que va a terminar con la casta. Lo que suena viejo del discurso de Monedero es su tono victimista y su absoluta falta de autocrítica. Lo nuevo sería que saliera a explicar sus cuentas predicando con el ejemplo de transparencia que su partido reclama. Su reacción cobarde no deja otra salida a Podemos que destituirle y ofrecerlo a los perros de presa como el primer sacrificio de la nueva era. El destino de Monedero es el barómetro que medirá el éxito electoral de Podemos: si siguen enrocados en su defensa sin más argumentos que los del victimismo, difícilmente podrán ser el partido de la regeneración. Pero si lo entregan, su coherencia saldrá reforzada y dejarán desarmados a los inquisidores. Entregar o no la carne fresca de Monedero a los perros es el primer dilema hamletiano de Podemos. Bienvenido a la política, Pablo.