La clave

Propaganda en 'prime time'

Quienes hayan tenido la oportunidad de ver la cinta 'L'endemà', durante algunos días proyectada en las salas de cine y emitida el pasado miércoles en 'prime time' por TV-3, tendrán su propia opinión, teñida o no por la aproximación sentimental de cada cual al ideal de una Catalunya independiente. Conviene tener en cuenta que su promotora y directora, Isona Passola, no engañó a nadie cuando recogió fondos para sufragarla en la red de 'crowdfunding' Verkami: su proyecto, aclaró, era describir «el Estado que queremos los catalanes, con argumentos técnicos y definitivos que sirvan de píldoras contra el miedo a decidirse por el 'Sí'.» Una película de tesis rodada para convencer a los indecisos, siendo diplomáticos. O propaganda política, si acudimos al diccionario: «Acción o efecto de dar a conocer algo con el fin de atraer adeptos o compradores.»

Puesto que ni la objetividad ni la pluralidad eran prioritarias, nada que reprochar a la directora. Otra cuestión es si la obra reunía los requisitos para ser coproducida y emitida por TV-3, y elaborada en colaboración con el Ayuntamiento y la Diputación de Barcelona, el Departament de Cultura de la Generalitat y el Ministerio de Educación y Cultura que encabeza el muy liberal José Ignacio Wert. Sí, el que pretendía «españolizar a los alumnos catalanes».

El falso documental alterna testimonios de expertos, cuyas palabras --sabiamente escogidas-- describen los perjuicios de la pertenencia a España o las bondades de la independencia, con dramatizaciones en las que jóvenes actores y actrices --incluida una castellanoparlante; hábil guiño a los indecisos-- recrean la opresión a la que estaría sometida Catalunya. Sutiles metáforas como aquella en la que el actor que encarna a España roba los pastelitos de crema catalana y amenaza a su propietaria cuando esta protesta.

Insulto a la inteligencia

Reconforta, dicho sea de paso, que en las redes sociales voces independentistas expresaran su rubor tras visionar una cinta que, si ha decepcionado a los convencidos, difícilmente habrá convencido a los indecisos. Defender la ideología propia debería ser compatible con no insultar la inteligencia ajena.