Dos miradas

Insecticida

Roba que te roba que te roba, ¡robarán! Roba que te roba que te roba... A ritmo de rumba o de villancico, el sonsonete se impone ante el expolio que ha supuesto la obra pública en este país. El último caso, las presuntas irregularidades en el AVE Madrid-Barcelona y en la estación de la Sagrera desveladas por EL PERIÓDICO. Un renglón más de un expolio continuado y sistemático que ha enriquecido a empresarios, políticos y partidos. Mientras ellos exhibían el despilfarro más sinvergüenza, la clase media descendía al limbo de la precariedad. Ese lugar donde el horizonte nunca acaba de verse claro y la tierra tiembla, inquieta, bajo los pies.

Comisiones, viajes, comilonas, prostitutas, sobresueldos, tarjetas opacas, cuentas en paraísos fiscales… el catálogo es extenso y variado. Una auténtica antología del robo y la desfachatez. Solo una desvergüenza del mismo tamaño que sus delitos pudo hacer tan temeraria a esta ralea de ladrones. Se sentían los amos del país y nosotros, los ciudadanos, éramos los peones de su juego. Les regalábamos nuestros votos y admirábamos la vida que les pagábamos. Pero todo se acaba. Incluso Capone acabó en la cárcel. Distinguidos mafiosos, no se molesten en acusar de radicales a los que quieren desmontarles el chiringuito ni nos anuncien la hecatombe que se avecina si caemos en la tentación de apearles del poder. Ustedes son una plaga. Y nosotros necesitamos un insecticida.