Le conocí cuando a pie de campo entrevistaba a futbolistas para Joaquim María Puyal. Eran los años 90 y pese a que entonces ya había ciertas 'patums' institucionalizadas, siendo la de Guardiola la más aplaudida, me sedujo más la claridad y camaradería de Luis Enrique. Fuera de los estadios, en los aeropuertos o en los vestíbulos de los hoteles, el diálogo era fluido y más allá del deporte, descubrí la integridad de un tipo seguro de sí mismo, rápido en el análisis y suficientemente listo como para huir de lo superfluo y del halago sin contenido.
Como culé ya lejos del negocio deportivo, me alegró saber que iba a ser el entrenador de mi equipo, por lo que ahora cuando han llegado las críticas creo que es el momento de argumentar a favor de su proyecto. Hagamos memoria. El Barça de los dos últimos años no sólo era previsible, además se le habían olvidado el hambre y las ganas de correr. La renovación del grupo y de sus dinámicas internas se iban aplazando año tras año, siendo el último de Pep el idóneo para haberlas afrontado. Y cuando se han querido hacer, en el mercado había lo que había y la sanción de la FIFA nos ha complicado un poco más el futuro.
Pese a ello, con Luis Enrique hemos entrado de nuevo en el círculo de la competitividad interna. Y sí, esto genera turbulencias. Estoy de acuerdo con el periodista Ramon Besa en que las rotaciones nos privan a veces de especificidades de las que hemos dependido años atrás. No es lo mismo que juegue Xavi que Rakitic, Mathieu que Alba o Piqué que Mascherano, pero lo urgente era recuperar la ambición y ahora estamos en la senda.
Mucho por hacer
A diferencia de otros, Luis Enrique no ha encontrado un equipo hecho del que bastaba quitar las manzanas podridas y hacer retoques. ya que los mimbres eran de primera y el sistema funcionaba. No. Ahora, los mimbres excelsos ya tienen una edad, algunos no tienen recambio y además el modelo, sin la velocidad de circulación de balón y sin un Xavi pletórico, no funciona igual de bien. Hay mucho por hacer. Entre otras cosas, sistemas de transición rápidos para sorprender. Para dejar de ser previsibles. Y no es fácil. El Barça está muy tierno y ante la exigencia aún sufre. El sábado se midió a un gran Madrid. Un equipo hecho, que lleva tiempo trabajando las dos áreas y que ahora además, bien reforzado en el centro, empieza a gozar del toque.
El Barça está en construcción, por lo que hoy una foto fija puede llevar a engaño y ver en ella a un equipo en deconstrucción, pero no es así. Luis Enrique sabe lo que hace. Nos estamos dotando de nuevos recursos, ampliando el registro y recuperando a futbolistas despistados. Y todo entre sanciones, juicios, críticas y pugnas electorales. Por suerte, Lucho es un tipo duro con un corazón grande. Y con él, nos va a ir bien.