No es mucho lo que nos han contando tras dos horas de negociación y seguro que nos ocultan las partes más jugosas. Pero para tales eventualidades nos fue concedido el don de la imaginación.
-¿Qué tal Artur? -empezaría Rajoy-. Tenemos que estar aquí un rato y como yo ya he dicho que no iba a hablar de la consulta y tú has avisado que venías a hablar de la consulta, ya me dirás de qué hablamos. Cómo sois los nacionalistas, lo ponéis todo imposible
-Hombre, Mariano -protestaría el president-. Si empezamos con reproches no habrá manera de salvar lo nuestro ¿Prefieres pelearte con los de Esquerra? Mira, te dejo este papel con algunas cosillas, a ver qué tal.
-Bueno, bueno. A ver qué se puede hacer después del verano -zanjaría Rajoy-. ¿Qué tal la familia?
-No me hables. Menudo disgusto nos ha dado el padre político con lo del dinero en Suiza.
-Artur, sé fuerte -diría Rajoy-. Lo mismo nos pasó con Bárcenas, nuestro tesorero. Una amistad de 20 años al carajo por esa manía con Suiza... Como sí no hubiera bancos en España!
-Creo que allí regalan unas planchas para el pelo buenísimas si abres una cuenta.
-Podría haber sido peor -se consolaría Rajoy-. Imagínate qué nos salen yonquis. Así, por lo menos, el dinero no se pierde y tal.
-Qué entereza, Mariano -diría Mas, seguramente admirado-. Siempre sabes sacarle el lado bueno a todo.
-Habla con Montoro, que anda de rebajas fiscales y tiene unas ofertas formidables para todo lo de Suiza.
Y mientras, irá pasando el tiempo, los catalanes andarán distraídos buscando los millones de los Pujol, los socialistas buscándose a sí mismos, Podemos e IU buscándose las cosquillas y Rajoy conseguirá lo que busca. Llegar con ventaja a las elecciones vendiendo que la recuperación está en camino.