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Latidos desconocidos

Artículo 352. El otro día, en un tren rumbo a Logroño conocí a un hombre que tendría casi 100 años. Me contó que le faltaban solo tres para llegar a las tres cifras... Tenía una forma de ver la vida que me entusiasmó. Me estuvo explicando que en sus primeros viajes en avión y en tren, la gente no paraba de hablar con los vecinos que tenía al lado... Que llegabas a casa y contabas que habías conocido a tal persona o a tal otra que vivía en otra parte del país... Y que ahora las personas no hablaban con nadie en los viajes, solo consigo mismos, con sus móviles y con su música.

«El mundo se está volviendo más solitario», dijo, y después añadió una frase que me marcó, pero casi os lo cuento después de lo mejor de mi semana...

Tercer puesto: A la ville de... Barcelona (Lliure). Me gustó la pasión con la que trabajan todos los actores que buscan en su propia Barcelona la esencia de su interpretación y su musicalidad.

Segundo lugar: Equipo de investigación (Antena 3). El reportaje sobre el mundo del esoterismo rebosaba una poética y una ternura extraña que lo hacía totalmente adictivo.

Primera posición: Woody Allen Music. Brutal este cedé con todos esos temas míticos de las películas del director neoyorquino... Escucharlo te lleva a un terreno extraño donde parece que todo es posible y que nada existe. Absolutamente perfecto.

Y volviendo a aquel hombre que estaba a punto de conseguir las tres cifras y que hablaba con desconocidos en los trenes y aviones... La frase que dijo y que me marcó fue: «No tengo duda de que los corazones deberían latir más alto, tanto que la persona de al lado no pudiera ignorarte. Latimos tan bajo que a veces no existimos. Deberíamos aprender a regular el latido de nuestros corazones, yo a veces lo consigo».

Y os juro que, por un instante, ese corazón casi centenario me pareció que resonaba en todo el vagón... O, quizá, simplemente deseé creerlo. ¡Feliz domingo a todo volumen!