Siniestro Stanislas

Aprovechando que este jueves se falla el premio de novela negra RBA, les recomiendo un thriller norteamericano, aún no traducido, que me hacen pasar unas veladas muy entretenidas y un pelín tétricas. Se trata de Night film, de Marisha Pessl (se puede encontrar en Come In o en La Central) y es la versión postmoderna de cualquier folletín decimonónico de corte policíaco-espectral, con toques de Grand Guignol nada despreciables. En otras palabras, literatura barata de la mejor especie y uno de los escapismos más estimulantes del año.

La trama se centra en la siniestra figura de Stanislas Cordova, cineasta de culto y ganador de un Oscar al que se supone recluido en una mansión aislada al norte de Nueva York y que no ha concedido una entrevista ni ha sido visto desde 1977. Sus últimas películas, capaces de dañar seriamente la psique del espectador, solo se han proyectado en sótanos, catacumbas y estaciones de metro abandonadas; y se cotizan a precios absurdos. Sus seguidores, los cordovitas, le adoran desde la web The blackboards, y sus oponentes le acusan de todo tipo de crímenes espeluznantes. En estas, aparece muerta su hija Ashley, estrella infantil del piano reciclada en fascinante perturbada mental, y dos de sus amigos y un periodista encallecido se lanzan a descubrir los misterios que rodean a la chica y a su tremebundo progenitor.

Para que la estructura no resulte decimonónica -aunque no andemos lejos de Fantomas o de Los misterios de París-, en Night film encontramos todo tipo de documentos relacionados con el inquietante Stanislas: supuestas fotografías suyas; una imagen de su madre, la emigrante española Lola Cordova; páginas de The Blackboards; fotos de la infortunada Ashley a diferentes edades o de su hermanastro Theo, supuestamente mutilado por su padre para asegurarse el verismo de una secuencia...

Pero esos elementos solo sirven para consagrar Night film como lo que es: pura pulp fiction. No me extrañaría nada que Anik Lapointe, de RBA, ya le haya echado el ojo.