La rueda

Un mes sin la presencia de Bigas

Para la mayoría, la muerte de Bigas Luna fue una inesperada noticia que cayó como una bomba entre aquellos que le querían y lo admiraban. Tan solo unos pocos sabíamos de su incurable enfermedad detectada ocho meses antes. Como era de esperar, al día siguiente de su fallecimiento se sucedieron en prensa y televisión los elogiosos obituarios de personas que lo admiraron y le quisieron personal y profesionalmente a lo largo de su vida.

Hasta hoy he sido incapaz de escribir nada sobre él:Bigasera mi amigo del alma, el ser más querido al que me unían muchas cosas y ninguna de ellas en el plano profesional. Mi amistad era puramente emocional; de un respeto enorme por su trabajo, pero, ante todo, por su manera de ser, de pensar, de persuadir, por su humanidad y su sentido del humor, y por millones de cualidades más que no voy a enumerar aquí. Simplemente, prefiero evidenciar, ahora que se cumplirá un mes de su fallecimiento, lo mucho que lo echo de menos. Lloré primero su muerte, pero ahora lloro su ausencia, y ese llanto es más sordo, más profundo y perdurable. Dicen que cuando alguien querido se va, la herida tarda mucho en cicatrizar. Sé que en mi caso nunca lo hará.

Hoy me he sentido torpe y vulgar buscando las palabras que describan lo que significó ser amigo suyo, ser el amigo que compartió, junto a muy pocos, la intimidad de sus días corrientes.

Ahora que llevo unas semanas de gira, actuando aquí y allá, en las largas horas de hotel espero la cariñosa llamada deBigasqueriendo saber de mí. Esas largas y aburridas horas daban un vuelco en el instante en el que irrumpía la voz entusiasta que me preguntaba, siempre en italiano, un idioma que él amaba: «Caro amico, come stai?»

Hoy esas horas son más aburridas y más tristes que nunca.

¡Bigas,te echo tanto de menos!