DOS MIRADAS

Siempre ciegos

El 24 de abril de hace 98 años se inició una de las más cruentas masacres de la historia. Se calcula que más de un millón y medio de armenios fallecieron víctimas de una brutalidad extrema. Buena parte perdieron la vida en las deportaciones, grandes marchas forzadas a las que fueron obligados hombres, mujeres, niños y ancianos con el único objetivo de que fallecieran extenuados y deshidratados por el camino. Avanzar para morir. Durante décadas, el Gobierno turco negó sistemáticamente el genocidio armenio y el silencio de la comunidad internacional se sumó a la infamia. Jugaban a su favor las escasas pruebas de la masacre. Frente al horror no se hallaban apostados centenares de objetivos fotográficos ni periodistas para recoger los testimonios.

Hoy, 24 de abril, en Siria y en tantos otros conflictos armados diseminados por el planeta seguirán muriendo inocentes. Hoy sí habrá cámaras y periodistas asomados a la tragedia. Hoy sí nos llegarán, con una celeridad asombrosa, imágenes terribles y dramáticos testimonios de la muerte. Sí, la información llegará, pero hoy, como hace 98 años, como siempre, mandarán los intereses. Y el silencio, la más potente arma de destrucción masiva, acallará los llantos de los supervivientes, ocultará la injusticia e invitará a mirar hacia otro lado. Somos testigos privilegiados de todo, pero una venda tejida por la avaricia política y económica sigue empañando nuestra mirada.