Un hombre anuncio ofrece pañuelos de papel en un cruce de Barcelona: «Soy emigrante, periodista, busco trabajo». Su exquisita educación le distingue entre el tráfico gris. Accede a la entrevista, sí, pero con una condición: «Hoy es un día muy especial para mí. Debe permitirme que la invite a un té mientras hablamos».
-¡Qué misterio! ¿Qué pasa hoy?
-Es 21 de marzo [el día que se hizo la entrevista]. En mi país y en el mundo árabe hoy es el Día de la Madre.
-¿Y?
-En septiembre hará 15 años que no veo a mi madre… Lo primero que haré al llegar a casa será llamarla para escuchar su voz… y pedirle perdón por pasar tantos años lejos de ella… [se emociona] Espero que pronto podamos celebrar juntos este día.
-Le agradezco que quiera compartir esta celebración.
-Me ha dicho que también es madre y por eso quería invitarla. Una frase del profeta Mahoma dice: «El paraíso está bajo los pies de la madre». Significa que los hombres deben tener el máximo respeto y cuidar a las madres, porque ellas nos han dado la vida y gracias a ellas la vida continúa.
-¿Por qué hace tanto tiempo que no ve a su madre?
-Soy de Siria. Mi familia vive en Damasco, donde estudié Periodismo. Hice un máster en Rusia y Ucrania y desde 1990 hasta el 2000 trabajé en Kiev para la radiotelevisión siria.
-Por la fecha… ¡retransmitió en directo la independencia de Ucrania!
-Sí. Cuando llegué aún era un país de la Unión Soviética y el 24 de agosto de 1991 el Parlamento aprobó el acta de independencia, que en diciembre se refrendó en referendo.
-¿Se imagina retransmitiendo la independencia de Catalunya?
-Me encantaría volver a trabajar de periodista, pero lo importante es que cualquier cambio en beneficio de los catalanes tenga el apoyo de la mayoría y se haga siempre en paz.
-Volvamos al motivo que lo mantiene alejado de Siria.
-Al morir Hafez el Asad, padre del actual presidente, me hicieron una entrevista en Ucrania y dije que, pese a que la evolución económica y la estabilidad política habían sido positivas, seguiría sin haber democracia y libertad de expresión en Siria. Al régimen no le gustó mi opinión y perdí mi trabajo.
-¿No puede volver su país?
-Volver sí, pero no hay ninguna garantía de que luego pueda salir.
-Entiendo.
-Yo tengo un privilegio que ni siquiera los millonarios árabes tienen: aquí no tengo miedo de nada y puedo dormir tranquilo por la noche. Me siento como en casa. No tengo palabras para agradecer toda la ayuda y la calidez humana que he recibido de la gente de Calella, que es donde vivo desde hace 12 años. Los catalanes tienen un corazón más grande que su territorio.
-En catalán hay un refrán que dice: «Tal faràs, tal trobaràs».
-Me gustaría dejar tras de mí el recuerdo de un ser humano que se comporta correctamente y ayuda a los demás. Cuando ofrezco pañuelos en el semáforo siempre me verá con una sonrisa. «¿Por qué estás tan alegre si no tienes nada?», me preguntan a veces los conductores. «Porque tengo dos cosas muy importantes: salud y paciencia». Vivo como un pajarito; no tengo planes, no sé qué va a pasar mañana, ni dentro de un minuto. La vida se hace caminando sin mapa y no hay forma de volver atrás. Cada día puede ser una sorpresa.
-Ojalá le saliera algo a raíz de la entrevista... ¡que no sea una multa!
-Aquí he trabajado de auxiliar de servicio y ayudante de cocina. Tenga mis cartas de recomendación.
-[leo] «Le felicito por la dedicación, esfuerzo y profesionalidad demostrados, que muestran su calidad humana y profesional». ¡Vaya! Qué referencias más elogiosas.
-La distancia más corta es la que hay entre la vida y la muerte, estamos aquí de paso y por eso siempre intento dejar un buen recuerdo.
-Señor Abdel Karim Karam, ¿no bromean aquí con su nombre?
-¿Lo dice porque Karam es caramba en catalán? Abdel Karim es un nombre compuesto y significa servidor del generoso; Karam es generosidad. ¿Quién es el generoso? Dios.