Pequeño observatorio

El difícil arte de la conversación

La conocida y premiada actriz Cristina Marcos ha hablado de los hombres. Dice que la mayoría esquivan las conversaciones importantes encerrándose en el mutismo o despistando.

Es posible que esta sea la experiencia, pero el problema consiste en definir cuáles son las conversaciones importantes y cuáles no. Tengo la impresión de que importante es un concepto muy relativo. ¿Una conversación es importante porque trata de temas elevados o profundos? Sobre los grandes temas de la vida se puede tener una conversación absolutamente frívola o superficial. Creo que la importancia depende del qué y del cómo. Como hay silencios importantes y silencios que no tienen ninguna significación.

La definición de conversar es «entretenerse hablando dos o más personas». Entretenerse no parece muy trascendental. Yo diría que conversar, desde el punto de vista etimológico, es versar o verter algo en común. Un tiempo que se comparte hablando.

Por eso no hay conversación si alguno de los reunidos acapara el tiempo y la palabra, discursea o pontifica mientras los otros escuchan y no encuentran la ocasión de intervenir. La base es el respeto al derecho de los demás a exponer, opinar, contradecir.

La actriz se queja de que hay una mayoría de hombres que huyen de las conversaciones importantes refugiándose en el mutismo o cambiando de tema. También lo hacen mujeres que en un momento dado de una conversación piensan que aquello no les interesa. Tanto si se habla de política como de la moda.

Confieso que, en principio, las conversaciones que son consideradas importantes por su tema me producen una especie de alergia. Más allá, creo que una conversación es una maravilla, un placer, cuando con independencia de lo que se habla hay una equilibrada participación de los reunidos, cuando no hay interrupciones innecesarias, cuando se escucha sin prejuicios lo que se dice. Y esto vale para los hombres y para las mujeres.