El tiempo dirá si la declaración soberanista aprobada ayer por el Parlament constituye un hito en un camino irreversible para Catalunya, como sostienen sus promotores, o bien si su efecto más notable será agudizar la tensión en las relaciones entre los partidos y los ciudadanos. Lo que es seguro es que la proclamación de Catalunya como «sujeto político y jurídico soberano» -primer paso hacia la consulta sobre el derecho a decidir de los catalanes- cosechó ayer una mayoría incompleta; rotunda, pero no tan «excepcional» como la que Artur Mas demandó en campaña para activar este proceso. Excepcional, por transversal, fue la mayoría que en el 2005 impulsó el nuevo Estatut: 120 diputados sobre 135. Si la reforma estatutaria precisa del apoyo de dos tercios del Parlament (90 diputados), las dimensiones del envite que plantean CiU, ERC e ICV hubiera aconsejado que superasen ese listón para cargar de legitimidad sus demandas. Los 85 votos recabados sobran para aprobar una declaración meramente política, sin efectos jurídicos, pero a ojos de las autoridades del Estado estrechan la base del consenso catalán en torno al derecho a decidir.
Las negociaciones de los últimos días para pactar el contenido de la resolución rebajaron en algunos grados la carga de desafío a la legalidad vigente implícita en el texto inicial, avances que no bastaron para que la suscribiera el PSC. Tras un tenso debate, los socialistas pasaron de la anunciada abstención alno, pero a costa de fracturarse: 5 de sus 20 diputados, partidarios delsí, se inhibieron. Grave desgarro para un PSC ahora enrolado en el frente del PP y Ciutadans.
También a CiU le ha pasado factura la declaración soberanista. Ayer no padeció una fuga de votos, pero las tensiones entre CDC y Duran Lleida han quedado al descubierto como pocas veces. Otro dato que debería hacer reflexionar seriamente a quienes están impulsando este proceso.
Los retos de lograr que las aspiraciones de Catalunya sean escuchadas y preservar la convivencia requieren de consenso, un acuerdo transversal política y socialmente. Así lo demanda la inmensa mayoría de los catalanes, según la encuesta que este diario publicó el lunes; todos los actores políticos debieran tenerlo en cuenta. Y Mas, el primero, conminado en esta tesitura a obrar, ante todo, como presidentde todos los catalanes.