Al contrataque
La banca sin cura
Pep Guardiola y Fernando Trueba, en uno de los espots de Banc Sabadell. / periodico
Me encanta ese espot donde salen enormes profesionales del mundo de la cultura, del deporte, de la medicina, de la gastronomía o de la comunicación dando la cara por un banco -el Banc Sabadell- mientras hablan del «seny», de la cordura. Son unos auténticos valientes, porque dar la cara por un banco en estos tiempos me parece mucho más radical y alternativo que quemar un contenedor durante una huelga general.
Un espot técnicamente precioso. Solo una pega. Echo de menos entre tantos profesionales de diferentes ámbitos a algún representante de la Iglesia. Pero no un cura de barrio, no: una celebrity de la Iglesia. Algún cardenal, o algún obispo... O el Papa. Si convencieron a Guardiola, ¿por qué no iban a convencer al Papa? Además, conoce el sector; de hecho, tiene un banco en el Vaticano.
La Iglesia va sobrada de rigor, de prudencia, de «seny», como dice el anuncio. No me sorprende que esté en contra de los desahucios, impulsando incluso una iniciativa legislativa en este sentido. Como tampoco me sorprende que EEUU haya incluido al Vaticano en una lista de países que blanquean dinero. Y no me sorprenden estas cosas porque tengo fe. Gracias a esa fe estoy convencido de que todos los desahucios que ha habido han sido una estrategia de las entidades financieras con la intención de presionar al PP para que cambiase la legislación hipotecaria. En cambio, los desconfiados están convencidos de que se desahucia por dinero. Que Dios los coja confesados.
La banca también demuestra su solidaridad con los más marginados, como los partidos políticos, por ejemplo. De ahí que les haya condonado deudas. Una acción humanitaria equiparable a la de Rodríguez Zapatero indultando a un banquero del Santander. Por otro lado, ahí está esa rigurosa obra social de las cajas. Un ejemplo: Novacaixagalicia. Tan criticada por sus prejubilaciones millonarias en plena crisis, emprendió la campaña Galicia solidaria ante la crisis en colaboración con Cáritas, dedicada a dar de comer al hambriento de una prejubilación millonaria.
Dios, en todas partes
Ya se sabe, Dios está en todas partes: en Cáritas, por supuesto, pero también en las cajas de ahorros que prestan ayuda a las personas sin hogar. Pese a eso, y aunque no lo verás en titulares a cinco columnas, también han estado detrás de ejecuciones hipotecarias como las que, en Granada y Barakaldo, terminaron en suicidio.
Pero no vayamos por ese camino. Tampoco hace falta que nos pongamos pesados con lo mal que lo ha hecho la banca. Quedémonos con lo bueno. Tan solo tenemos que ver las cosas con sensibilidad, sin mala fe, y se nos caerán las lágrimas al observar sus buenas intenciones, su solidaridad, su obsesión por hacer de este mundo un lugar donde el dinero sea un instrumento para ayudar a las personas en vez de un lugar donde las personas sean un instrumento para hacer dinero. Siempre las personas primero, porque las personas son preferentes.
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