La rueda

Perdonen que no me levante

Con esa lentitud incomprensible, siete años más tarde y tras centenares de horas de gracietas y discursos homófobos y estúpidos, el Tribunal Constitucional ha sentenciado lo que sabía cualquier alumno de primero de Derecho. El matrimonio entre personas del mismo sexo cabe en nuestra Constitución, igual que el derecho a una vivienda digna o a que no te despidan del trabajo porque eres viejo y sale más barato echarte.

El PP tenía un dilema electoral. No quería perder los votos ultras de quienes o vives, piensas y sientes como ellos o eres anticonstitucional. Tampoco quería exponer los sufragios del votante conservador que prefiere vivir y dejar morir.Rajoyhizo lo que acostumbra ante estos casos peliagudos y tan cansados de resolver: endilgarnos a todos el problema y dejar pasar el tiempo.

Incapaz de incluir en su programa el compromiso de proscribir el matrimonio gay o confirmar que lo asumía, pasó la pelota al Constitucional. Con cargo a los Presupuestos Generales del Estado, a sus impuestos y los míos, el vigilante constitucional ha despilfarrado tiempo y valiosos recursos en arreglar una disyuntiva electoral que solo le importaba al PP. Como si no tuviera otra cosa mejor para ocupar su tiempo que funcionar a modo de segunda instancia para cuando un partido pierde una votación o unas elecciones.

Ahora los populares se hacen los muertos. Como si el recurso se hubiera interpuesto solo, por obra y gracia de alguien que nadie sabe quién era ni a quién representaba. También afirman, muy institucionales, que acatan el fallo y no tocarán la ley. Si esperan un aplauso, perdonen que no me levante. Servidor aguarda una disculpa por hacernos perder el tiempo a todos y queRajoyy su partido devuelvan el dinero público malgastado en resolver un lío que solo les atañía a ellos.