El turno

La pregunta es: ¿pero qué vida?

Hay hijos deseados, esperados, buscados tan desesperadamente que si acaban naciendo y viviendo parecen un milagro. Por ejemplo, el caso de la hija deMariano Esteban, al que el domingo entrevistaba en este diarioNúria Navarro: una niña que sobrevivió habiendo nacido con apenas 500 gramos de peso. En el otro extremo encontramos hijos que no son deseados, ni buscados ni esperados ni queridos. Estos, aunque a menudo pasa que una vez vivos son más queridos de lo que era de esperar, son los que tienen más números de ser desgraciados.

A pesar de aumentar las cifras de esterilidad, hay un número importante de niños deseados inconscientemente o a futuro: se presentan un buen día sin previo aviso cuando las circunstancias son menos favorables, no es el mejor momento económico, personal o profesional de sus progenitores que de repente tienen que decidir si siguen o no con el embarazo. Para estos la violencia estructural deGallardón no será contra la gestación en sí, que a la postre dura nueve meses, sino contra la vida misma.

Repasemos las condiciones actuales de cualquier pareja trabajadora: ni cuatro meses de baja por maternidad, guarderías que pueden costar más que el sueldo de la madre, ayudas públicas que dan risa y que además han dejado de ser universales, una reforma laboral que muy probablemente repercuta en las madres y que pondrá trabas importantes a la lactancia natural. Por no hablar del desmantelamiento de la escuela pública, de las escasas becas de comedor, transporte y libros y un largo etcétera. Hacer niños y gestarlos es muy fácil, pero darles una vida mínimamente digna es otra historia. Por eso las palabras deGallardónson un insulto a las mujeres que no solo escuchan su deseo maternal sino que se plantean seriamente en qué circunstancias ha de vivir la futura persona.