Gente corriente

Ángel Daro: "Era tímido, tenía acné, me ponía rojo, no ligaba"

De 'pagafantas' a seductor. Hasta la mayoría de edad no consiguió ni un simple beso. Ahora es un maestro.

Ángel Daro. / Álvaro Monge

Hablando en plata, Ángel Daro (Barcelona, 1985) no se comía un colín. Pero dio con un método eficaz, se aplicó y ha acabado convertido en un entrenador de seducción.

-Empecemos por el principio. Ligaba menos que un gas noble.

-Entre los 13 y los 18 años, nada de nada. Era tímido, introvertido, tenía acné, me ponía rojo. Me costaba horrores entrarles a las chicas. Me refugié en el fútbol y en los estudios. Tenía creencias erróneas.

-¿Creencias erróneas?

-En la escuela te enseñan la reproducción, pero no a relacionarte. Yo creía que solo lo conseguían los más guapos y triunfadores. Pensaba que no era cuestión de personalidad.

-¿Qué pasó a los 18 años? ¿Se rompió el maleficio?

-No. A los 18 conseguí el primer beso y fui teniendo relaciones insatisfactorias. Sucedían sin que yo las controlara. Eran fruto de la casualidad, de la pura reacción física.

-Vamos a ver. ¿Usted quería sexo o amor?

-Quería controlar mis emociones, no depender de tener suerte el fin de semana. A los 21 años empecé a preocuparme, la verdad. Un día tecleé en Google «cómo ligar más» y di con un libro iluminador.

-¿De Zorrilla? ¿Casanova? ¿Choderlos de Laclos?

-Sex code. El manual práctico de los maestros de la seducción, de Mario Luna. En él vi que la clave del éxito está en trabajar sobre uno mismo.

-Dé algunas pistas, así, gratis.

-Según la psicología evolucionista -rama que estudia cómo reaccionamos a partir del inconsciente-, no podemos evitar sentirnos atraídos por las personas seguras. Es una información consignada en el cerebro desde hace miles de años...

-Ese es el problema.

-Pero se puede trabajar. La primera regla es disfrutar del momento. Es un error salir a ligar y no salir a pasarlo bien, independientemente del resultado que se obtenga. Para eso es fundamental reconocer los miedos. No se puede disfrutar del momento si hay un bloqueo.

-Ya, pero si no eres agraciado...

-Todo hombre cambia mejorando el estilo de vestir, el peinado, el lenguaje no verbal. ¡Yo he cambiado mucho! Antes vestía con lo que me compraba mi madre o lo primero que encontraba en el armario. No tenía otro interés que ir cómodo. También caminaba encogido, no miraba a los ojos...

-Siga, siga.

-Es importantísimo hablar desde uno mismo y no ser reactivo. Si te rechazan, no pasa nada. No es un rechazo a tu persona sino al rol de hombre que se aproxima.

-¿Y siguiendo esas reglas empezó a tener éxito?

-De buenas a primeras empecé a notar cosas.

-¿Le importa hablar de cantidades?

-A ver... Entre los 18 y los 22 tuve unas tres o cuatro relaciones. Desde los 22 a los 26, más de 50.

-¡Caramba! Una mujer al mes.

-En algunos tramos he tenido novia, ¿eh? Y la experiencia me ha servido para reconocer lo que realmente busco en una compañera. ¡Eso es importante! La gente se conforma con lo que encuentra, por temor a quedarse sola. Por eso fracasan tantas relaciones.

-Conclusión, es más sencillo de lo que parece.

-Sí. Y con el tiempo ves que las chicas también tienen miedos e inseguridades. Son nuestras iguales.

-¿A quién ve hoy cuando se mira al espejo?

-A alguien completamente diferente. Pero, por encima de todo, noto que he superado un montón de miedos. No puedes ser instructor de seducción si no has pasado por el miedo. Y yo los he pasado todos: a la percepción de mí mismo, al rechazo, al qué decir para no quedar como un idiota, a no atreverme, a equivocarme...

-¿Sus pupilos también tienen tanto éxito?

-Todos mejoran. Se trata de trabajar, repito.

-Si no llega a hacer aquella consulta en internet, ¿qué sería de usted?

-Pues hoy sería fisioterapeuta, que era un oficio que no me llenaba. Actualmente soy trading de bolsa y encabezo mis propios talleres de seducción científica. Tengo tiempo libre y hago lo que quiero hacer.

-¿Quién lo retirará de este alegre carrusel?

-Una chica a la que le guste superarse y que sea alegre. Ya ve que los requerimientos no son muchos.