Pequeños detalles

El Pisuerga inunda España

Por mucho que se esfuerceRodríguez Zapatero, al ciudadano cada día le cuesta más creérselo. Lo sentencian las encuestas y su Gobierno se esfuerza en demostrarlo. Ahora con su plan contra la crisis energética. O sus planes, de tantos como hay. Incluso podríamos convenir que con sus aparentes improvisaciones, si se trata de eso. Solo que quienes nos dedicamos a la comunicación sabemos que la mejor improvisación es la que está debidamente preparada. Por lo tanto, tampoco pueden definirse así las medidas que nos brinda el Ejecutivo y que para un gran número de españoles parecen ocurrencias. Ejemplos de la semana: (1) cambiar la iluminación de los municipios. Aparcando que muchos ya lo han hecho, la medida debería formar parte de un proyecto mucho más amplio para reducir el gasto energético y la contaminación lumínica. Y si es así, presentarlo completo para hacernos entender lo grave de la situación, la necesidad de las decisiones, su coste, su impacto, su beneficio potencial y en qué plazo. De momento, lo único que sabemos es que nos va a costar 2.100 millones de euros, cifra más que escandalosa en esta época de paro y desolación, máxime cuando no se la relaciona con ningún cálculo inversor. Lo mismo puede decirse, (2) del cambio de los neumáticos para una parte mínima de la flota automovilística o (3) la mínima reducción de la velocidad. Sucede, no obstante, que si la crisis económica ya parece una excusa convertida en señuelo para atraer todo tipo de recortes sin orden ni concierto, el conflicto libio sigue los mismos pasos. Entiendo que para los estrategas de la Moncloa resulte apetitoso cargarle la responsabilidad aGadafi. Sale gratis. Pero reconvertido a euros, a los españoles nos sale carísimo.

Razón de más, responderán, para que entendamos lo malo que es el patético dictador que nos obliga a ello. Bien. Solo que, no hace tantos meses, el personaje nos dejó suculentas imágenes de sonrisas, abrazos y condescendencias de quienes hoy deberían sonrojarse solo al recordarlas. Y que desde mucho antes se echa en falta un auténtico plan estratégico sobre el futuro de la energía independientemente de su fuente como reclaman quienes saben. Pero como sea que esa es una responsabilidad excesiva para quien no alcanza o no se atreve, resulta más fácil distraer la atención del común de los ciudadanos con propuestas de galería. Ese recinto en el que parece instalado un Ejecutivo que pide ahorro y no se percata de que se le hacen vías de agua, viento y frío por las grietas del tejado y los desajustes de las cristaleras.

Por si fuera poco, las decisiones que toma Madrid desplazan su coste a las autonomías. Las mismas a las que acusa de aumentar el déficit mientras les niega la correspondiente compensación. Y esas, en su indignación legítima, le contestan que invaden competencias desviando, a su vez, el centro del debate a las milongas habituales. Ante tanta absurdidad, al españolito deMachadosolo le queda divertirse averiguando quién y cuándo decidió que el Pisuerga inundara toda la península. Sus conocimientos geográficos nunca le dieron tanto caudal al río que pasa por Valladolid.