El futuro de los socialistas

Unas primarias insuficientes

La pugna entre Hereu y Tura no ha aportado profundidad teórica ni diferencias sustanciales entre ambos

Unas primarias insuficientes_MEDIA_2 / PERICO PASTOR

El anuncio de que el PSC convocaría unas primarias para elegir al candidato a la alcaldía de Barcelona fue recibido por buena parte de los militantes y simpatizantes como el signo de que el partido estaba más abierto, menos bloqueado por los dogmas del núcleo duro, y parecía que podía ser el comienzo de un diálogo positivo entre las distintas tendencias en pugna desde hace tiempo, y aún más desde el último estropicio electoral. Un síntoma de libertad interna y de capacidad de trabajar con más complejidad, tal como, simultáneamente, proclamaba también la entrada del socialistaMascarellen el nuevo Govern de la Generalitat. Parecía que, en las primarias,HereuyTura-además de explanar los puntos clave de la gestión ciudadana- aprovecharían la ocasión para lanzar las bases teóricas de dos formas de entender los contradictorios contenidos del PSC y de empezar a hablar de cambios radicales. En cierto modo lo veíamos como una escena preparatoria del congreso de otoño que deberá marcar la última deriva del partido hacia la refundación o hacia la muerte.

Pues bien: esto, desgraciadamente, no ha ido así. Hasta el punto de que muchos ciudadanos no han visto entreHereuyTuraninguna diferencia sustancial que sobrepasase los pequeños acontecimientos de gestión. Y, por lo tanto, el embrollo de la campaña por las primarias no ha servido para situar de una manera clara las diferencias políticas esenciales de los grupos que actúan en el interior del partido, unos grupos que hay que aclarar y resituar urgentemente -incluso desenmascarar- si aún creemos en la posibilidad de recuperar todo lo que justificó la fundación del partido como instrumento esencial del catalanismo de izquierdas y como contrapeso -pese a la escasez relativa de posibles militantes- a la implantación en Catalunya de las tendencias de los partidos españoles y las sombras de un nuevo lerrouxismo.

Hay aún otro efecto negativo de la falta de profundidad teórica y generalista de las campañas por las primarias. Una buena parte de la ciudadanía, que no ha comprendido las diferencias en el plano de la programación política primordial, ha superado la carencia atribuyendo las dos posiciones a una simple pelea interna o a una resonancia de la presión de los diversos grupos que quieren prosperar en el futuro del PSC. Así, en vez de interpretar el acontecimiento como un paso adelante en la apertura de los sistemas de representación y creación programática -reduciendo, pues, la bunquerización-, se ve como una demostración de lo contrario: la preponderancia de las imposiciones no solo del aparato central del partido, sino también de todos los aparatos que ya no son propiamente políticos ni tienen como finalidad la reflexión política. Es decir, la constatación de un desorden dictatorial y el consiguiente desprestigio de la política.

Pero no hay que exagerar. Ha habido algún beneficio: es más que evidente que el PSC necesita una refundación, que para conseguirla deben superarse muchas resistencias encastilladas en el conformismo de la derrota y que hacen falta operaciones de urgencia para poder empezar de nuevo, con gente nueva, con programas nuevos a partir del congreso del otoño. He dicho programas nuevos y quizá ni siquiera son necesarios. Lo necesario es actualizar las intenciones -y parte de los programas- que fueron prioritarios en la fundación del partido al final de la dictadura. No hay que olvidarlo: unos cuantos políticos de izquierdas y catalanistas se dieron cuenta de que si se mantenían dos partidos socialistas -el español y el catalán- existía el peligro de que el español derivase hacia afirmaciones izquierdosas anticatalanas siguiendo el viejo formato del lerrouxismo y se aparcase el catalanismo en las áreas burguesas del centroderecha. Pero también de que con dos partidos socialistas -y dada la real población de Catalunya- los votantes previsibles dieran el triunfo al PSOE español. La solución parecía ser fundar un PSC que nacería con una clara posición socialista y catalanista, con un liderazgo firme y con el convencimiento de que, en poco tiempo, el partido -que habría ganado las elecciones gracias al PSOE- se erigiría en rector funcional e ideológico de todo el socialismo, incluido, evidentemente, el específicamente español. El PSC anunciaba así la anulación del lerrouxismo y la conquista del espacio catalanista de izquierdas sin ninguna contradicción.

Pero la realidad no fue esta. El PSC, en vez de dominar y transformar al PSOE, se fue sometiendo a él, aceptando la pérdida del grupo parlamentario, argumentando la dependencia ideológica y operativa de las mayorías del Congreso, interponiendo en los puestos de liderazgo a toda una nueva generación en la que los principios de soberanía catalana eran débiles o hipócritas. El último intento fracasado de volver a los orígenes fue el Govern deMaragally todos sabemos cómo acabó. Con esta contradicción sin resolver, el PSC es solo un fantasma que únicamente se puede unificar volviendo a sus propios orígenes.

Arquitecto.