Dos miradas

Somos más que química

Un roce cargado de intención puede provocar que las glándulas suprarrenales disparen la producción de adrenalina. A partir de ahí, se desencadenará un irrefrenable oleaje químico de testosterona, feniletilamina y dopamina. Pero nunca describiremos así este proceso, sino que nos referiremos a la efervescencia del deseo. Somos química. Compuestos y reacciones. Pero los términos científicos quedan enterrados por las grandes palabras: deseo, amor, miedo, ira, tristeza… Emociones que a lo largo de nuestra vida juegan con la razón. A veces, sus caminos se unen y se completan entre sí. En otras ocasiones, unas se enfrentan a la otra obligando a las renuncias.

Somos química y, por tanto, somos emoción. Pero a pesar del conocimiento científico de los procesos, a pesar del papel determinante en nuestra vida, apenas llegamos a ser aprendices en su gestión. La falta de empatía marca a menudo las relaciones, las familiares, las profesionales, las que establecen políticos y ciudadanos... Nos cuesta expresar las emociones y apenas dedicamos esfuerzos a tratar de imaginar qué sienten los demás. Cuando fallan los argumentos y los puentes de diálogo, quizá interpelarnos por las inquietudes y las ilusiones mutuas sería un modo de encontrar puntos de encuentro. El 2011 ha sido designado Año de la Química. Estaría bien dedicar unos cuantos días a ponernos en la piel del otro.