--Para que se haga cargo del tipo de entrevista: me han contado que cada lunes, después de las carreras, el patio del IES La Segarra se convierte en una sala de prensa donde usted da una conferencia contando su carrera.
--Bueno, no sé con quién ha hablado usted, pero eso, de ocurrir, sucedía al principio. La verdad es que ahora todo el mundo se ha acostumbrado ya a mi vida, que, por otra parte, lo único que tiene de especial es que, de vez en cuando, desaparezco para ir a los grandes premios. Estoy en 3° de ESO e intento perderme las clases justas, pues los estudios siguen siendo muy importantes para mí. Nunca se sabe hasta dónde puede uno llegar en esto de las motos.
--Pero no me negará que en el instituto es donde más fans tiene.
--Hombre, es normal, ¿no? Es ahí donde tengo a mis amigos y donde sienten curiosidad por saber, más que cómo me ha ido la carrera, có- mo es el mundo de las motos. No crean: a menudo me preguntan más por Pedrosa o por Rossi que por mí. Y yo, claro, trato de contarles lo que sé, que no es mucho porque ando bastante liado con lo mío.
--¿Lo suyo qué es?
--Lo mío es adaptarme a este lío en el que, gracias a Dios, me han metido Emilio Alzamora, mi mánager, y Alberto Puig, el jefe del equipo Repsol-KTM. Esto del Mundial no tiene nada que ver con el campeonato de España. Aquí hay un nivelazo que no veas y todo va mucho más rápido. Se me acumula el trabajo y me faltan horas. Hay que ir poco a poco para acabar corriendo más que nadie.
--Me han dicho que, además de horas, le faltan muchos kilos.
--Pues sí: me faltan un montón de kilos, unos siete u ocho kilos. En el último año he engordado nueve kilos, pero debería intentar engordar nueve kilos más. Lo intento, pero me resulta imposible. Y mira que mamá le mete horas al asunto --me prepara unos potingues que no veas--, pero no hay manera de engordar.
--¿Potingues especiales?
--Bueno, fundamentalmente me prepara cada día un zumo de frutas especial, de un litro y medio con dos naranjas, un limón, un plátano, una manzana y todo lo que encuentra en el mercado. Debo tomármelo por la tarde, a última hora. Cuanto más engorde, mejor, porque así me quitarán lastre del mono y de la moto y podré pilotarla más cómodamente.
--Además de ese fastuoso zumo ¿hace algo más para engordar?
--Me paso el día comiendo. Como hasta cinco veces al día: mañana, media mañana, mediodía, merienda y cena. Como mucha pasta y fécula, aunque me gusta comer de todo. Pero, aun así, me cuesta coger kilos.
--Usted lleva ya varios años corriendo, lo que significa que, cuando empezó, aún llevaba más lastre.
--Sí, sí, mucho más. Yo mido un metro y medio y, más o menos, debo de pesar unos 43 kilos. El peso mínimo entre piloto y moto es de 136 kilos, así que, el pasado año, me añadían, entre mono y moto, unos 20 kilos. Ahora, como he engordado algo, necesito unos 15. Soy tan ligero, peso tan poco, que visto un mono con plomo. O casi. A mí me da la sensación de que me ponen plomo. Dicen que no, que es un cuero más pesado, unas costuras especiales, ¡qué se yo! Lo cierto es que pesa un montón, es incomodísimo. Y el resto de lastre me lo distribuyen por la moto, lo que, a menudo, la hace inconducible, pues va por donde ella quiere. La verdad es que distribuir el peso por la moto es un tormento.
--Pues ya sabe lo que le toca: comer, engordar, crecer.
--En eso estoy, en eso estoy y, ya le digo, no es fácil, nada fácil.
--Ya veo que a usted le resulta más fácil pilotar que coger kilos.
--Llevo mucho tiempo, mucho, pilotando y, la verdad, sí, no se me da mal. Pero ahora estoy metido en un buen lío. Lo de ahora ya va en serio.
--¿Qué es lo que más le ha impresionado desde que pisa el Mundial?
--La agresividad que emplean todos los pilotos. Aquí todo el mundo corre mucho. Y no lo digo porque estas motos superen los 200 kilómetros por hora, pues todo esta preparado --desde el circuito hasta la seguridad, pasando por nosotros y las motos-- para alcanzar esas velocidades, sino que me refiero a lo mucho que se arriesga en las curvas, en los adelantamientos. Me tengo que acostumbrar a todo eso. O eso espero.
--¿Qué le dice su familia?
--Mis padres confían en mis posibilidades y se fían de Emilio Alzamora.
--Hombre, Alzamora le ha llevado hasta el Mundial. Malo no será...
--Por supuesto que no: confío ciegamente en él. No olvide que fue campeón del mundo de 125cc.
--¿Cuál es el mejor consejo que le ha dado su mánager?
--Que trabaje sin presión y que salga a la pista a divertirme. Aquí, si no te diviertes, no ganas, no te salen los tiempos. Aquí hay que disfrutar para poder pelear por el podio.