La vida, nuestras vidas, transcurren intermitentemente entre el olvido y el rescate. Y rescatadas aparecen las fotos de Robert Capa que publica EL PERIÓDICO. Unas imágenes que suponen un punto de inflexión en nuestro imaginario íntimo y una sacudida a la memoria colectiva. Como algunas obras de arte, estas fotos, además de una imagen bella, son también una acusación, cargan con el contenido histórico de su tiempo y nos ayudan a explicarnos mejor el presente. No hay nada más sobrecogedor que una escena cotidiana congelada en el tiempo, sin movimiento, y planeada por el miedo, la muerte, el dolor. El fotógrafo captó el momento, el instante, y lo legó a la eternidad. ¿Era ese su propósito? Quizá le movieron las urgencias, el cumplimiento del deber... Da igual conocer sus intenciones: estamos, gracias a él y a su instinto, ante la escenificación del escalofrío de una época que hemos heredado, que nos han contado, que nos han tergiversado, que nos han ocultado... No siempre el tiempo juega a favor del arte y del documento. En este caso, sí. Es evidente.
El billete // JOAN-PERE Viladecans
El legado de Robert Capa
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