Nuevo libro

Mauro Entrialgo: “Las redes sociales han sido el gran campo de pruebas del ‘malismo’”

El humorista gráfico publica un ensayo sobre el cada vez más extendido fenómeno de la ostentación del mal como forma de propaganda

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Mauro Entrialgo, autor de 'Malismo', en pose angelical / Cristina Candel

Rafael Tapounet

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Hace unos cinco años, el humorista gráfico Mauro Entrialgo (Vitoria, 1965) abrió una carpeta en su ordenador y empezó a recopilar ejemplos de una forma de comportarse que décadas atrás habría causado perplejidad y rechazo social y que en ese momento parecía haberse convertido en una moda no solo aceptada sino hasta aplaudida: la “ostentación del mal como propaganda”. Sin que nos diéramos demasiada cuenta, individuos, empresas y comercios habían empezado a alardear de su villanía y su falta de empatía con el fin de ganar popularidad y la estrategia parecía funcionarles. Hoy esa tendencia es moneda corriente en las redes sociales y en el mundo de la comunicación política; Entrialgo la ha bautizado con un neologismo, “malismo”, y le ha dedicado un libro (sin dibujos esta vez) que pretende señalar y describir el fenómeno y alertar de sus posibles consecuencias. Se titula así, ‘Malismo’, y lo ha publicado Capitán Swing.

“Creo que el ‘malismo’ en el síntoma de una enfermedad social muy grave -apunta el autor-, y me parecía interesante darle un nombre porque cuando algo tiene nombre es más fácil detectarlo y luchar contra ello. Aunque luego en el libro no me atrevo a dar recetas para combatirlo, porque tampoco sé cuál es la manera más eficaz de hacerlo”. Entrialgo confiesa que la idea de escribir el ensayo nació de su propia estupefacción ante la magnitud de la espiral ‘malista’. “Me sorprendía muchísimo que esas cosas no tuvieran consecuencias, me parecía delirante. No lo podía entender”.

"Que se jodan"

La diputada del PP Andrea Fabra gritando “que se jodan” en el Congreso después de que se aprobara un recorte de las prestaciones de los desempleados; la exvicealcaldesa de Madrid Begoña Villacís posando para las cámaras mientras da la orden de derribar unas chabolas; Isabel Díaz Ayuso llamando “hijo de puta” a Pedro Sánchez y popularizando después el lema “me gusta la fruta”; el Pequeño Nicolás promocionando "sudaderas canallas"; Elon Musk alardeando de haber echado a la calle a miles de trabajadores tras la compra de Twitter; la compañía Ryanair instando en esa misma red social “a doblar las piernas” a un pasajero que se queja del escaso espacio entre asientos; el gurú del ‘fitness’ piramidal Amadeo Lladós animando a sus acólitos a hacer ‘burpees’ para no ser “panzas mileuristas” ni “‘fucking’ pobres”… Son solo algunos de los muchos ejemplos de ‘malismo’ que Entrialgo refiere y analiza en su libro. “Tuve que dejar fuera muchos otros porque, si no, la cosa se iba de madre”, subraya.

Lo de ‘malismo’ es, por supuesto, una manera de darle la vuelta a la sorprendente normalización del uso del término ‘buenista’ con connotaciones peyorativas. “La implantación de la palabra ‘buenismo’ es un ejemplo de ‘malismo’, porque esconde un intento de ridiculizar a gente que tiene buenas intenciones. En el libro he incluido una lista de personas y cosas a las que se les ha aplicado en algún momento el calificativo de ‘buenistas’ y ahí están desde el padre Ángel y Greta Thunberg hasta el carril bici y las albóndigas veganas”.

Aunque existen ejemplos palmarios de ‘protomalismo preinternet’, la moda de hacer alarde de la propia maldad es un fenómeno estrechamente vinculado a la evolución de las redes sociales. “Las redes sociales, y especialmente Twitter (o X), han sido el gran campo de pruebas del ‘malismo’ -señala Entrialgo-. Han servido para ir testando el efecto que producían determinadas barbaridades sin necesidad de dar la cara”. En el caso de X, además, las medidas introducidas por Elon Musk para, supuestamente, liberalizar los contenidos han dado alas a los ‘malistas’. “X paga a los usuarios con ‘tick’ azul en función de las interacciones que consiguen. Así, el trol con ‘tick’ azul gana más dinero cuando dice burradas que indignan a mucha gente. Ese mismo mecanismo lo vemos en los medios, con esos columnistas buscabocas de extremo centro que obtienen notoriedad y visitas a base de soltar opiniones provocadoras”.

Superioridad moral

Entrialgo asegura que estas conductas no son patrimonio de la derecha y la ultraderecha, aunque la mayoría de los ejemplos de ‘malismo’ que aparecen en el libro proceden de ese espacio. “Lo que ocurre es que la derecha lo ha utilizado para superar la vieja obsesión que ha tenido siempre con la superioridad moral de la izquierda y, por otra parte, la ultraderecha no habría llegado a nada sin el ‘malismo’, porque es uno de sus recursos principales”. En España, añade el autor, “el PP ha entrado de lleno en esa dinámica en su afán por competir con Vox”, y eso, dice, es peligroso porque “le puede pasar como al Partido Republicano en Estados Unidos, que ha quedado secuestrado por la manera de hacer política de Donald Trump”.

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En el último capítulo de ‘Malismo’, el autor explica que ha decidido dejar de publicar historietas de su personaje más popular, Herminio Bolaextra, un periodista adicto al Ricard que se dedica a hacer el crápula y a tomarle el pelo a todo el mundo. “Podría explicar que mis historias de Herminio son ficción y que yo nunca he ocultado que es un hijo de puta -reflexiona Entrialgo-. Aunque en realidad es un hijo de puta a pequeña escala, porque destroza el mobiliario urbano pero no le vende preferentes a tu madre. El problema es que yo creía que esa maldad suya era lo suficientemente explícita como para que nadie quisiera convertirse en alguien como él y últimamente ya no lo tengo tan claro. Por otro lado, cada vez me divierte menos. Como personaje de ficción, un borracho que va por la calle rompiendo cosas te puede hacer gracia, siempre que la calle no esté llena de borrachos rompiendo cosas y apoyados por los poderosos, que es un poco lo que pasa ahora”.

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