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María Dolores Pradera, cien años de una gran dama de la canción, trabajadora infatigable y con un gran sentido del humor

Santiago Aguilar y Felipe Cabrerizo repasan la vida de la artista en una rigurosa biografía que presta especial atención a su trayectoria como actriz de cine y teatro antes de que decidiera volcarse en la música

María Dolores Pradera durante un concierto en el Palau de la Música de Barcelona en 2010. / JONATHAN GREVSEN

"No tiene sucesor o sucesora porque hizo una cosa tan personal que es muy difícil que alguien pueda seguir por este camino", afirma Felipe Cabrerizo en referencia a María Dolores Pradera. Una de las grandes damas de la canción en castellano que fue capaz de dar forma a una original y personalísima propuesta artística, caracterizada por la sobriedad en la escenografía, la sencillez en la instrumentación y un repertorio formado por temas tradicionales del folclore latinoamericano y composiciones originales de músicos como Chabuca Granda que, antes de ser grabados por ella, eran prácticamente desconocidos para el gran público.

"El inicio de su carrera como cantante le pilla ya con cuarenta años y después de quince trabajando en el teatro. Desde el primer momento, tuvo la intuición de que su propuesta, basada un poco en el teatro de cámara, iba a funcionar. De hecho, uno de sus logros es que cada actuación, independientemente de que sea en una sala de fiestas, en un teatro o en un polideportivo, se convierta en una experiencia íntima en la que cada espectador siente 'ay, esa canción es para mí'", comenta Santiago Aguilar.

Conocidos por sus ensayos sobre cine español de los años 30, 40 y 50, Aguilar y Cabrerizo han vuelto a unir sus fuerzas para escribir Déjame que te cuente, una biografía de María Dolores Pradera, que acaba de ver la luz en Roca Editorial, coincidiendo con el año del centenario de la artista, nacida el 29 de agosto de 1924.

"Fernando Fernán-Gómez hijo había leído unos libros nuestros y, hace unos tres años, nos contactó para proponernos escribir una biografía sobre su madre. Durante todo el proceso se mostró muy dispuesto a echarnos una mano porque, mientras que en el tema del teatro y el cine nos movíamos en un territorio seguro, en lo referente a la música teníamos más miedo. María Dolores Pradera tiene una discografía apabullante y, con eso del desprecio habitual al patrimonio propio, mientras que para hacer una biografía de Bruce Springsteen encuentras ochocientos libros y cuatrocientos periodistas especializados, en este tipo de música no hay tanta información. De hecho, muchos de los discos están descatalogados, las reediciones que se han hecho no son precisamente buenas y desbrozar todo eso fue una tarea alucinante", recuerda Cabrerizo.

Discreta en lo que se refiere a su vida personal y sentimental, Aguilar y Cabrerizo han preferido escribir una biografía de la artista que se centra en el aspecto profesional y se aleja intencionadamente del género rosa. A pesar de ello, ha sido inevitable abordar su matrimonio con Fernando Fernán-Gómez. Una unión de la que nacieron dos hijos —el ya mencionado Fernando y Helena Fernán-Gómez— que, si bien duró hasta 1957, no pudo disolverse hasta los años 80, gracias a la aprobación de la Ley del divorcio.

Maria Dolores Pradera y Fernando Fernán Gómez en la película 'Una vida en sombras'. /

Archivo

"Quisimos hacer una biografía rigurosa que repasase su carrera. De hecho nos preocupaba que la figura de Fernando Fernán-Gómez estuviera demasiado presente. En el segundo o en el tercer capítulo le decía a Felipe 'no sé si no nos estamos fernangomenizando demasiado', pero luego el actor desaparece del libro del mismo modo que desapareció de su vida", comenta Aguilar y continúa Cabrerizo: "Al lado de monstruos como Fernán-Gómez cualquiera queda eclipsado. Por eso nos daba miedo que ella quedase como una figura secundaria cuando, en realidad, María Dolores Pradera fue una mujer independiente, empoderada y que, desde el primer momento, tuvo una labor muy importante en la interpretación primero y en la canción, después".

Tan popular como desconocida

Entre otros muchos aciertos, el trabajo de Aguilar y Cabrerizo destaca por la recuperación de la faceta como actriz de María Dolores Pradera, desde sus comienzos en el teatro con Jardiel Poncela, a su paso por el Teatro Español o su labor como pionera del medio televisivo, grabando obras de teatro desde las instalaciones de Televisión Española en el Paseo de la Habana de Madrid. Un trabajo prácticamente olvidado, no solo por el éxito de su carrera musical sino porque apenas quedan registros. En una época en la que no había grabaciones en cinta de vídeo Aguilar y Cabrerizo han tenido que recomponer el puzle buscando las piezas en antiguas guías de programación televisiva en la hemeroteca de la Biblioteca Nacional. "Aunque es una figura con una popularidad extrema, en realidad su obra ha sido poco analizada y no ha sido vista con perspectiva. Esa presencia constante en los medios ha generado la sensación de que lo sabemos todo sobre ella, que no era necesario investigar nada, cuando no es así", reflexiona Cabrerizo.

María Dolores Pradera en los toros, cuando ya era una joven estrella del cine y el teatro. /

ARCHIVO REGIONAL DE LA COMUNIDAD DE MADRID

Entre esos hechos menos conocidos de la artista que se dan a conocer en la biografía de Aguilar y Cabrerizo se encuentra, por ejemplo, la tremenda herida que dejó en ella la guerra civil o el enorme sentido del humor de la artista, capaz de escribirle a una admiradora que le acercó un papel para que le firmase un autógrafo, "Tómate dos después de comer y dos después de cenar", o responderle desde el escenario a una espectadora que no paraba de pedirle insistentemente El rosario de mi madre, "No puedo, ya me lo ha devuelto".

"Aunque su imagen en el escenario es de persona muy seria, muy estricta y muy rigurosa, toda vestida de negro, luego era una persona totalmente diferente. Tenía mucho sentido del humor y le gustaba divertirse tanto con gente de su quinta como con personas más jóvenes, como aquellas con las que coincidía en las fiestas en casa de Joaquín Sabina", comenta Aguilar, que destaca también la capacidad de Pradera para reconocer el talento de otros artistas —"grabó las primeras composiciones de Pablo Guerrero"—, su infatigable capacidad de trabajo —con dos funciones diarias y un día de descanso—, su iniciativa para poner en marcha sus propios proyectos o su valentía para embarcarse en giras internacionales, en un momento en el que los medios de comunicación y transporte eran muy precarios.

Pradera, actuando en los Premios de la Música 2001 con su amigo Joaquín Sabina /

EFE

"A las doce y media, cuando acababa de actuar en el teatro, se iba a Alazán o a otras salas de fiesta a cantar. Luego, cuando todo el mundo le decía que era una locura porque no lo iba a llenar, decidió alquilarse el Teatro de la Zarzuela para cantar y lo llenó, del mismo modo que llenó tres días seguidos el teatro Monumental o el Palacio de la Música durante una semana. Cuando comenzó a volcarse en Sudamérica, viajaba a Colombia o a México para hacer cuarenta conciertos en cada lugar y después, cuando en el 67 o 68 Zafiro le retiró el apoyo porque prefirió centrarse en el sello Novola, en el que se publicó el La la la de Massiel y donde grababa Joan Manuel Serrat, ella no se rindió", recuerda Santiago Aguilar. "A pesar de no tener el apoyo de las discográficas —puntualiza Cabrerizo— tenía un público fiel que la seguía, lo que le permitió sobrevivir hasta a los años ochenta, que era la peor década para todo lo que ella proponía".

Además de su talento y clarividencia, para el éxito de María Dolores Pradera resultó imprescindible la figura de Los Gemelosdos hermanos guitarristas que la acompañaron durante años. "Los Gemelos habían estado en Nueva York justo cuando el folk comenzaba a tener éxito entre los jóvenes. Frecuentaron el Cafe Wha? y se dieron cuenta de que podían trasladar eso a la tradición española. Por eso su encuentro con María Dolores Pradera resultó una conjunción muy feliz, a pesar de las dificultades", apunta Cabrerizo, y Aguilar explica la naturaleza de esas dificultades: "Los Gemelos eran profesores de universidad y, al parecer, tenían muchas complicaciones a la hora de organizar las giras. Para actuar en el Retiro no pasaba nada, porque tocaban por la noche y ya verían cómo darían la clase al día siguiente, pero los viajes a Sudamérica había que programarlos en julio y agosto para hacerlos coincidir con las vacaciones universitarias".

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