"Mis camaradas soldados se han quedado sin cerveza. Por favor, ordena que nos envíen un poco", apostillaba un decurión en una carta a su prefecto escrita en una tablilla de madera hallada en Vindolanda, uno de los fuertes construidos en el muro de Adriano, en el confín del Imperio romano en Britania, hoy en el condado de Northumberland. No extraña la petición, hará unos 18 siglos, de la cerveza, muy popular entre la soldadesca de las legiones, pues la otra bebida que el Ejército les daba era vino, sobre todo el amargo y avinagrado ‘acetum’ o la aún más barata ‘posca’. Es esta una de las interioridades de la vida alrededor de aquella colosal obra de ingeniería, construida en el siglo II por orden el emperador que lleva su nombre, que desvela en el libro ilustrado ‘El muro de Adriano’ (Desperta Ferro Ediciones) el doctor en historia antigua por Oxford Adrian Goldsworthy (1969).
Antigua Roma ilustrada
Vida y muerte en el colosal muro de Adriano
El muro de Adriano, en una doble página del libro de Adrian Goldsworthy.
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