Cuando un artista reinterpreta a otro ocurre que ese otro artista queda atrapado, para siempre, en eso que ha creado y que ha dejado de pertenecerle. El año pasado, Cat Power decidió que iba a ofrecer el exacto mismo concierto que Bob Dylan ofreció en el Royal Albert Hall de Londres en 1966. Que iba a reinterpretar cada una de sus canciones, y a llevárselas a ese lugar en el que nada existe salvo la propia Chan Marshall, y esa voz que hace que desaparezca mientras canta, como desaparecía Nina Simone en cada actuación. Esta semana, ha publicado dos momentos —en forma de canciones— de tan histórico acontecimiento. En menos de un mes, publicará el resto, y cubrirá para siempre con su frondosa sombra la sombra del Nobel de Literatura.
QUEMAR DESPUÉS DE LEER
El exorcismo de Cat Power y Yorgos Lanthimos, por Laura Fernández
Cuando se reinterpreta una obra, se la devuelve a la vida, pero con un espíritu distinto. Hay creadores capaces de contener al otro, y es algo que no ocurre a menudo porque el respeto debe ser máximo, ¿y cómo medirse si no a Bob Dylan o Alasdair Gray?
Cat Power, Dylan, Lanthimos y Gray, invocados e invocadores. /
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