La historia de Drácula es la de un vampiro/señor feudal contra el que se alían la burguesía, representada por el profesor Van Helsing, y el pueblo. En muchas películas basadas de forma directa o inspiradas muy libremente en la novela de Bram Stoker, la clase burguesa y el proletariado terminan derrocando al dictador con colmillos y ojos inyectados en sangre. Esta lectura política de izquierdas del mito vampírico se puso en marcha en los años 70, cuando cualquier película, del tema y género que fuera, era susceptible de ser contemplada y analizada desde la perspectiva de la dialéctica marxista. El conde Drácula no escapó a esta visión en todo caso muy pertinente, aunque después abundaran las películas que rehuían toda connotación sociopolítica y preferían mostrar al vampiro como un ser casi romántico condenado a la vida eterna.
Pinochet es Drácula
Vampiros y política, el cóctel de sangre y poder que nunca envejece
Pablo Larraín equipara al dictador Pinochet con un vampiro en 'El Conde', demostrando que el género es capaz de ofrecer lecturas muy politizadas
Crítica de 'El Conde': Pinochet, el vampiro
Fotogramas de ’El Conde’, ’Il Divo’, ’El baile de los vampiros’ y ’Blacula’.
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