Marco Mezquida: “La IA puede ser una gran herramienta, pero está sobrevalorada”

Ha tocado diversos palos en su trayectoria, en torno al jazz y con desvíos hacia el flamenco y las músicas ibéricas de raíz. ¿Por dónde se mueve ‘Tornado’? Ahora me apetecía dar un golpe sobre la mesa a partir del jazz y la libre improvisación, con Masa Kamaguchi y Ramon Prats. ‘Tornado’ es un disco intenso, potente, con canciones cortas y poderosas. Saldrá a principios de octubre. Es un homenaje a los tifones japoneses. He estado cinco veces en Japón y he vivido cuatro de ellos. El último, con Sílvia Pérez Cruz; nos dijeron que era el más fuerte en 60 años. ‘Tornado’ es una tormenta estética con piezas muy expresivas, algunas muy tonales. Empieza con las más turbulentas y luego llega la calma. ¿Tiene que ver todo eso con la actual alerta medioambiental? No está ligado premeditadamente, pero hoy, más que nunca, tenemos conciencia de que el cambio climático es una realidad y que no se puede menospreciar. Sabemos que se funden los polos, y que hay una desertización, y un aumento de la temperatura, y al otro lado del mundo, los peores tornados y tsunamis. El disco es mi declaración de principios por un sistema sostenible. Yo vengo de Menorca, una reserva de la biosfera, y pongo eso en valor. El capitalismo destructivo no para, y todo el mundo quiere tener piscinas, cuando el agua es un bien preciadísimo. Es demencial. El nuevo gobierno de Balears habla de revisar las políticas de contención turística. ¿Le preocupa ese giro? Me preocupa siempre, gobierne quien gobierne. Pero la derecha está más a favor de los ‘lobbies’ hoteleros, que son muy fuertes. Se acaba claudicando ante los deseos de esos poderosos. Si lo permitimos, estamos tirando la toalla. Es un momento crucial. Si tardamos veinte años más, no habrá nada que hacer. Habla de la improvisación como eje del nuevo trío. ¿Cómo se hace para capturar en el estudio el momento irrepetible, el estado de gracia? ¿Es un obsesivo a la hora de repetir las tomas? Soy perfeccionista, pero a veces las primeras tomas son las que tienen una gracia especial, propia de cuando estás sobre un terreno que no has pisado mucho. En otras ocasiones, repites las tomas confiando llegar a la perfección. Pero, en este disco, la pieza ‘Tornado’ corresponde a la primera toma. Hicimos tres más, pero no sentíamos que tuviera la misma frescura. Hace dos años ofreció un concierto en el Sónar en diálogo con una Inteligencia Artificial. Brian May, el guitarrista de Queen, ha dicho estos días que “podríamos recordar 2023 como el último año en el que los humanos dominaron la escena musical”. Demasiado apocalíptico. He hecho otros conciertos como aquel, en el Sónar de Lisboa, en CosmoCaixa, en conferencias… Este tema está de moda, pero en el Mercat de Vic todos seremos seres humanos, controlando las máquinas. La IA puede ser una gran herramienta, pero está un poco sobrevalorada. Nuestro cerebro es mucho más complejo y no sé si la máquina llegará a todo. ¿En sus experiencias con la IA, se ha sorprendido o descolocado por alguna respuesta artística de la máquina? No especialmente. Lo trabajábamos de una manera bastante científica, y cuando sentía que la IA se repetía y ya no aportaba gran cosa, ahí se acabó. La inteligencia se puede retroalimentar un poco, pero no hasta el infinito. No sentí en ningún momento que lo que estaba pasando allí fuera insuperable. Hemos visto su firma en la campaña ‘Salvem el Milano’, a favor del club de la Ronda de la Universitat, en el que usted actuó muchas veces en el pasado y que será pronto sustituido por una franquicia de ‘trattorias’. Claro que firmé, más que nada para que el Ayuntamiento sea consciente de lo que ocurre. Yo ya sé que no se puede luchar contra un dueño que quiere alquilar un local por más dinero, pero si ahí ha habido un hecho cultural importante para la comunidad de músicos y para el público, el Ayuntamiento debe tener una implicación. O bien para intentar lidiar con el nuevo arrendatario, o si no, que cojan un lugar de los que tienen, o con el que tengan un convenio, y pongan ahí un nuevo Milano. Si nadie lucha, viviremos en una ciudad culturalmente más pobre.

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