Es fácil alzar el grito de alarma, “salvemos el Milano”, y seguramente a nadie puede complacerle el paisaje de franquicias que llevan años, décadas, apoderándose del centro de Barcelona (como de tantas otras urbes, las de éxito en particular) y aniquilando los locales genuinos y con poso cultural. De acuerdo, ¿pero, eso cómo se hace, en una sociedad de libre mercado y tratándose de un local privado que dispone de su correspondiente dueño?
La caja de resonancia
Salvar el Milano: la hora de las soluciones
Los programadores del club estudian con el Ayuntamiento fórmulas para mantener su actividad, en el mismo local o en otro de propiedad consistorial que se consagre a la música de pequeño formato. Urge encontrar respuestas para que Barcelona, ciudad con cinco escuelas superiores de música, dé oportunidades a su apabullante cantera de talentos.
Andrea Motis, en los inicios de su carrera, en una actuación en el Milano Jazz Club. /
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