Hoy hay maneras para tratar de calibrar el poder de convocatoria de un artista y es cierto que ya no suelen verse pinchazos tan estrepitosos como los de otros tiempos. El gran Bo Diddley, tocando ante apenas 500 fans en el Palau d’Esports (1984). Janet Jackson (1994) o Genesis (1998), con unos pocos millares acomodados en un extremo del Palau Sant Jordi, que se hizo también inmenso para aquel invento llamado Frock’n’roll, con Bono al frente (2001): cuando abrí el sobre con mi acreditación, me encontré dentro con seis invitaciones, seis, presagio de la catástrofe que se avecinaba.
La caja de resonancia
¿Cómo sabe un promotor si su concierto llenará o pinchará?
Pese a la sensación popular de que la industria juega siempre sobre seguro, y aunque ahora se afine más que antes, la posibilidad de pillarse los dedos sigue existiendo, como ilustran conciertos recientes cuyas cifras de asistencia han sido inferiores a las esperadas, de Malú a The Who, pasando por Primavera Sound Madrid.
El p�blico siguiendo uno de los conciertos en el escenario principal en el Azkena Rock Festival en VitoriaGasteiz.jpg
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